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Sí, es verdad, hace frío, mucho frío, pero es que estamos en invierno. ¿Qué esperaban?. La noticia sería una nevada en agosto, o temperaturas de 35 grados en febrero. Sin embargo los medio de comunicación nos bombardean con lo evidente y repiten machaconamente consejitos obvios como si tuviéramos el nivel mental de los tertulianos de «Sálvame». Nos dicen que nos abriguemos, menos mal, sino todos iríamos en bañador por la calle. Que tomemos bebidas calientes, con lo bien que sienta un mojito a 5 grados bajo cero. Que tengamos cuidado con el hielo en las carreteras, porque a nosotros lo que nos mola es ir a 200 kilómetros por hora para hacer patinaje artístico con el coche. Que mantengamos nuestras casa calentitas, aquí tengo que extenderme, lo haré en el siguiente párrafo para que podamos tomar aire.

Mantener la casa caliente se hace muy difícil para muchas personas, llámenme demagogo que está muy de moda cuando queremos desacreditar los argumentos que no nos gustan, pero los hechos nos dan en toda la cara. Las eléctricas no dejan de robarnos y en plena ola de frío suben de nuevo sus tarifas, está un 28 por ciento más cara que en primavera, olé con dos kilowatios y una cara dura de cemento. Para no dejar cabos sueltos también suben el gas otro 5 por ciento, no vaya a ser que pierdan centimillos. Y si algún antisistema se le ocurre poner cuatro plaquitas solares en el tejado de su casa, por la tontería aquella de autoconsumo y no de perjudicar más al medio ambiente, pues se le cruje con el famoso impuesto al sol y a hacer puñetas, que se habrá creído esta gente. Y como cuentan con un gobierno servil que legisla para ellos, nos crucifican en cada factura sin pestañear.

Y todo es fruto de una gansterización global que crea monstruos megamillonarios por un lado y lo que ellos consideran sobrantes humanos por el otro. Solo tres personas de este país tienen la misma pasta que 14 millones. Repito, y les pido, queridos lectores, que lo lean despacio, entre Amancio Ortega, su hija Sandra Ortega y Juan Roig, acumulan la misma riqueza que 14 millones de personas, el equivalente a la población de Cataluña y la Comunidad de Madrid juntas. Esto sí que le hiela a uno el corazón y no hay estufa que le saque del shock. Mientras nuestro país crea 7.000 nuevos ricos al año, los salarios más bajos cayeron un 28 por ciento, somos una máquina perfecta de crear desigualdad. Las élites viven como si los pobres les sobraran, los explotan, los maltratan, los dejan morir de frio o ahogarse en un mar helado.

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Así que un carajo de recuperación. Sueldos de mierda para la mayoría, mientras unos pocos se van a asfixiar con tanto billete. Luego se extrañan porque no crece la natalidad. Pero si cuesta un riñón llegar a fin de menos, quién se va a animar a tener hijos. Una solución radical para acabar con la desigualdad: que solo tengan hijos los ricos. Así poco a poco los pobres se extinguirán y todo niño que nazca vendrá con su Ferrari debajo del brazo. Los muy ricos tienen que darse mucha prisa en desarrollar la robótica, pronto no encontraran quien cosa su ropa, les limpie la casa, o corte su césped mientras ellos se embriagan con el humo de sus Cohibas.

De hecho las previsiones dicen que dentro de unos años se venderán en el mundo más pañales para ancianos que para bebes. Tal vez ha empezado ya una revolución silenciosa e imparable, y mientras tanto nosotros seguimos distraídos hablando del tiempo. Por cierto, que frío hace. Feliz jueves.

Una solución radical para acabar con la desigualdad: que solo tengan hijos los ricos. Así poco a poco los pobres se extinguirán y todo niño que nazca vendrá con su Ferrari debajo del brazo