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Hay quien piensa que Menorca realmente no tiene un problema de transporte aéreo. Creen que el mercado se regula solo. Que las plataformas ciudadanas de reivindicación de la mejora han sido instrumentos políticos para desgastar a los gobiernos del PP. En el fondo están convencidos que negar el problema es la solución. Disimulan su negacionismo en ruedas de prensa y actos electorales. Pero la verdad emerge cuando se trata de poner el dinero. En las formas parecen preocuparse por lo que nos pasa, pero en realidad se ríen de nosotros.

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Así parece actuar el Gobierno. Cuando Ana Pastor ocupaba el Ministerio de Fomento se comprometió con Marc Pons a defender en Bruselas la tarifa plana para los vuelos interinsulares. El actual ministro, Íñigo de la Serna, se mostró más ambiguo y apuntó la posibilidad alternativa de incrementar el descuento de residente al 75%. Ahora, cuando se plantea la reclamación unánime del Parlament balear de una tarifa única y universal para la comunicación entre las islas Madrid la rechaza con argumentos que demuestran una vez más la nula comprensión de los problemas de la periferia, con Menorca en el extremo. Que existe un incremento importante del coste ya se sabía cuando la posición del Ministerio era favorable a la propuesta. Que la tarifa plana puede significar la concesión a una sola compañía, no debería considerarse un perjuicio si se garantizan las frecuencias y las plazas suficientes, porque el precio estará tasado. La saturación de algunas franjas por la demanda se puede producir en cualquier ruta comercial y no cuestiona la reivindicación.

Costó lo suyo que Palma comprendiera los problemas de Menorca. Ahora, esta posición balear unánime, debería servir para que Madrid comprenda que tenemos derecho al AVE y a las autopistas (aéreas) como todos los españoles.