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El obispo Bartolomé Pascual Marroig (Palma, 1875-Ciutadella, 1967) rigió, gobernó y pastoreó la diócesis desde 1939 hasta que en 1966, por su avanzada edad, fue relevado por el entonces obispo de Mallorca, Rafael Alvarez Lara, nombrado administrador apostólico.

El próximo 17 de marzo se cumplirán cincuenta años del fallecimiento del bisbe Pascual, que marcó toda una época en la Iglesia menorquina por su largo mandato. El jurista y escritor Josep Maria Quintana, que lo conoció en 1962, define a Bartolomé Pascual como «autoritario y nada dialogante, fue un obispo fruto de su tiempo». Nombrado por bula pontificia en mayo de 1936, su entrada en Menorca y la toma de posesión de la sede episcopal de Severo no se celebró hasta el 1 de abril de 1939, concluida la Guerra Civil, aquel conflicto bélico que arrasó la Iglesia de Menorca, con el asesinato de numerosos sacerdotes.

No podemos juzgar los hechos de ayer con criterios de hoy, pero deben ser recordados para evitar que caigan en el olvido. Señala Quintana obispo Pascual fue un hombre vinculado completamente al nacionalcatolicismo, vinculado a una Iglesia que no se puede separar de los vencedores de la guerra.

El sacerdote Llorenç Olives añade otros perfiles de gran interés de quien fue el obispo restaurador de la diócesis. Subraya su lealtad y obediencia al Papa, y añade que si el doctor Pascual hubiera ido al Concilio Vaticano II «habría hecho un buen papel». Experto biblista, tenía las ideas muy claras sobre el uso de la lengua propia de Balears en los catecismos, las oraciones y los actos litúrgicos de Menorca.

Tendremos la oportunidad de evocar la trayectoria y su huella en Menorca. Hoy nos quedamos con «poc, curt i clar», la frase contundente del bisbe Pascual al ser interrumpido en cal Bisbe en la lectura de un texto patrístico.