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En alguna parte de mi cabeza debe de haber un letrero que diga: «hasta aquí llegó el agua». Un tope, una señal para dar por finiquitada mi capacidad de asombro. Mira tú que uno es ya perro viejo y tiene mucho recorrido para que aun surjan en mi camino cosas que me dejan perplejo como si uno no pasara de ser un neófito en el sorprendente mundo de lo absurdo.

En la contraportada del diario «El País» del viernes 10 de marzo 2017, me llamó la atención un artículo de Joana Oliveira, donde nos decía que «la empresa Svalberdi quiere vender entre 25.000 y 35.000 botellas de agua de glaciar al año». Hasta aquí la noticia no pasaría de ser una excentricidad más de las muchas que se producen cuando algunos tontolabas con millones de euros en los bancos de medio mundo, les da por una gilipollez solo el alcance de su escaso cerebro y una fortuna ganada dios sabe cómo para pagarse el caprichito de turno. Una botella de ¾ (750 mm) de agua de iceberg desprendido de algún glaciar, lo ha puesto a la venta la empresa Svalverdi en los exclusivos almacenes Harrods, en su zona de lujo, al precio de 94 euros botella.

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Les recuerdo que son botellas de ¾, más o menos la capacidad de una botella de uno de los mejores y más populares whiskys que podamos comprar en España o de un buen brandy, pongo por ejemplo un Cardenal Mendoza, cuyo precio es de 26,90 euros; el brandy González Byass Lepanto, 24,32 euros; una botella antigua de brandy de Jérez, 39,99 euros. Es decir, que uno de esos soberbios coñacs cuesta bastante menos que la mitad de una botella de agua. Si me apuran, algo más de un cuarto de litro de agua de glaciar.

Por cierto, los icebergs de donde se consigue esa agua están en el archipiélago de las Svalbard, que si no me equivoco, pertenecen a Noruega, aunque un iceberg no es otra cosa en ocasiones que un gigantesco trozo de hielo que el mar va trasladando a la deriva cuando la naturaleza lo desgaja de algún glaciar. En consecuencia hoy puede estar en aguas noruegas y mañana vaya usted a saber. Algunos expertos los califican como de Patrimonio Universal, aunque lo llamativo de la noticia, a mi modo de ver, es la cantidad de millonarios que creen que porque pagan por ¾ de litro de agua 15.640,284 pesetas, van a vivir igual que si fueran matusalenes del siglo XXI. ¡Pobres ignorantes! Porque lo único que tienen es dinero pero ni un solo céntimo de sentido común y bien, muy bien por el avispado que buen conocedor de la mentalidad humana en aquello del culo veo, culo quiero están vendiendo agua más cara que nuestro exquisitos brandys de Jerez.

Se lo digo con toda honestidad, pidiendo prestadas las sabias palabras de aquel maestro en tauromaquia cuando le dijeron a lo que se dedica un filósofo y él contestó: «hay gente pa to».