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Nueve millones de ciudadanos -un millón más que hace diez años- marcan la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta, y de ellos, el sesenta por ciento también marca la de Fines Sociales.

Pero un treinta por ciento de los contribuyentes -casi seis millones- deja la decisión en manos del Gobierno de turno. Advierte el periodista Francisco Muro de Iscar que «como somos uno de los países europeos con menor gasto social, no decidir nosotros y dejar eso en manos del Gobierno es un grave riesgo».

El incremento de quienes marcan la casilla de la Iglesia se debe a la certeza de que destina estos ingresos a servicios y atención a las personas más vulnerables y necesitadas, y las familias más desfavorecidas. Quienes valoran la labor de la Iglesia con la mirada limpia y libre de prejuicios descubren su incansable labor humanizadora, de respeto y rescate de la dignidad humana.

Porque si todos somos hijos de Dios, somos hermanos entre nosotros.

¿Y cómo olvidar a un hermano, sobre todo a quienes padecen dolor, marginación, enfermedad, sufrimiento o pérdida?

Las diócesis y las parroquias declaran cada año el Impuesto sobre Sociedades. En todas las compras pagan el IVA sin derecho alguno a repercutirlo, lo que supone una aportación anual a hacienda de sesenta millones de euros. Se aplica la exención por IBI, pero únicamente para los previstos por la Ley de Mecenazgo, en régimen de equiparación con otras entidades. En el ámbito municipal también paga la Iglesia las tasas locale y para la Seguridad Social ingresa anualmente al Estado 14 millones de euros.

Un reciente estudio de la consultora KPMG ha cifrado en más de 22.600 millones de euros la aportación de los bienes de interés cultural de la Iglesia al PIB, con más de 160.000 empleos directos.

Razones para marcar la casilla de la Iglesia en el IRPF.