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Unos 300 turistas del programa de viajes del Imserso están ya entre nosotros. Los primeros vuelos llegaron ayer desde Barcelona, Valencia, Madrid y Vitoria y de momento ocuparán dos hoteles, uno en Ciutadella y otro en Es Mercadal. Pronto les veremos en grupo, mirando interesados alguna fachada, una iglesia, un monumento de los pueblos y ciudades de la isla, atendiendo las explicaciones de algún guía o caminando por su cuenta, porque el turismo de mayores cada vez es más activo. También les gusta rodar en coche o hacer excursiones en autobús, acercarse a los mercados a conocer los productos locales, tienen sin duda buen paladar y suelen llevarse consigo recuerdos gastronómicos, un buen queso o ensaimadas para ir repartiendo a la familia cuando retornan a casa. Después de algún que otro agobio en agosto, se agradece el turismo tranquilo. Pero no solo vienen, también se van. Los menorquines aprovechan el programa para conocer otras tierras. Los destinos culturales suelen ser los de más éxito: en un solo día y al momento de ponerse a la venta se agotaron billetes para Alcalá de Henares y Segovia.

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El turismo del Imserso cumple una clara función social, ofrece viajes a precios asequibles para personas retiradas tras una vida de trabajo. Pero está claro que, sin dispendios, poco a poco, también realiza una clara aportación al comercio local y permite que algunos alojamientos permanezcan abiertos en temporada baja. Siempre ha sido considerado un turismo menor, el que llena el hueco del que realmente pesa y nos inunda en verano. Pero esta clientela va en aumento y merece atención, tiene sus necesidades. La evolución de la población en España y en Europa es cada vez más al envejecimiento, pero también en mejor estado de salud y forma física, con intereses e inquietudes. Y del turismo del Imserso, nada desdeñable, habrá que ir pensando en un producto turístico senior específico, para la larga y cálida entrada en el otoño.