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Todo es tan monotemático, que para hacerlo sintético y no ponerte dramático, rehuyes lo más patético y te mantienes flemático… la vida está adquiriendo un ritmo acelerado en estos momentos convulsos y cada día viene repleto de sorpresas e inseguridades. Todo parecía ir tan bien antes de doblar la esquina... Y, de repente, a la vuelta de la esquina, te encuentras con un paisaje desolador.

Estamos a verlas venir: atentos a la siguiente pantalla. ¿Qué pasará? Es la pregunta de moda. ¿Cómo saldremos de esta? ¿Y qué coste habrá que pagar?

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Estamos en manos de fanáticos. Aunque los que acabarán pagando el pato serán los pringados de siempre. Las grandes empresas se van, pero los parados se quedan. La respuesta a tanta incertidumbre se va aplazando una y otra vez para mantenernos en vilo. De ilusión también se vive. Hitchcock fue el mago del suspense. Pero una cosa es el cine y otra, muy diferente, no saber cuándo va a volver la normalidad que nos permita vivir sin taquicardia. Si tuviésemos que evaluar el curso político que nos embarga, probablemente lo suspenderíamos.

Hemos vuelto a cambiar la razón por la pasión. Y más concretamente, por las bajas pasiones. Ha vuelto el conmigo o contra mí que tanto dolor ha causado siempre. Con el curso tan avanzado y los deberes sin hacer, será harto difícil recuperar el tiempo perdido.

Para aprobar habrá que estudiar mucho, portarse mejor y no querer mandar más que el profesor.