Somos de memoria frágil, de hecho dicen quienes saben de estas cosas que el 90 por ciento de lo que escuchamos o vemos durante el día, una semana más tarde ya se nos ha olvidado. Y debe de ser cierto porque de lo contrario tendríamos la cabeza como un ordenador a punto de estallar.
Fíjense, por ejemplo, lo poco que podemos encontrar en prensa sobre su santidad el papa emérito Benedicto XVI o ese otro ilustre emérito, el rey Juan Carlos o la reina Sofía, que también la supongo emérita. Casi casi han dejado de ser noticia periodística, como les pasa a los Urdangarín en su retiro de Suiza. El personal ya ni recuerda que el tal Iñaki está pendiente de que por fin uno de estos días la Justicia encuentre un momento para declararle inocente como un recién nacido o mandarlo a Soto del Real que parece que sería lo más prudente. En estos momentos todo el protagonismo informativo está en Catalunya. Lo de la Gürtel, lo de Bárcenas, los de los Pujoles, lo de las financiaciones ilegales, lo de las pensiones y un largo etcétera más parecen que no existiera, como si se les pudiera aplicar aquella rancia filosofía de que «el agua pasada no mueve molinos». Solo si repasamos la hemeroteca nos asombraremos ante los dramas olvidados o ante los justificados cabreos ciudadanos con tanto atropello al que injustamente nos someten aquellos que con nuestro voto ostentan el poder.
