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Puede suceder Dios no lo quiera, que las elecciones catalanas dejen el problema de su gobernabilidad, ingobernable, sin saber si retirar o no el artículo 155. Si las cosas fueran así, las elecciones no solo no habrán arreglado nada si no que más bien habrían servido para liar más la de por sí liada madeja catalana.

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El comportamiento de Puigdemont no tiene una comparación política fácil porque creo que supera lo hasta ahora conocido. No puede pretender una inmunidad para regresar a Catalunya. Lo primero que tiene que hacer es someterse al ordenamiento jurídico que él ha vulnerado como si cumplir con la ley fuera cosa solo para tontos de hacérselo mirar. Por el cargo que ostentaba tenía sobrada obligación de respetar la ley, sin embargo, transgredió no solo leyes de ámbito nacional sino incluso algunas leyes de la autonomía catalana cuando se fue clandestino a Bruselas, quedaba tras de sí una deuda catalana de padre y muy señor nuestro. Confieso que no soy capaz de entender ni aun poniendo mucho empeño en ello, como hay gente tan ensimismada que se cree que Catalunya es ya republicana. Un ridículo monumental y, sin embargo, siguen votando a este moderno capitán araña. Un hombre que creía tener la solución antes que el problema y ahora ve bocabadai que tiene el problema, que ya no puede ser más gordo, pero no tiene ninguna solución, aunque fuera simplemente un remiendo.