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Las propuestas que queremos que se cumplan este año que entra. Las vibraciones y buenos pensamientos sobre el 2018. Los deseos. Las supersticiones... y yo que solo quiero para el año que viene celebrar el último día del año en pijama y con sándwiches. En cuestión de 5 días vives cada momento como si fuera el último, preparando comidas, llegan y se van visitas, comidas copiosas, piensas en qué te pones de vestir, los niños, viajes que programas para ver a la familia,.. uf que estrés. Al final me doy cuenta que lo mejor es ir en modo lento, si se llega bien, y sino no pasa nada. En el intento de que todo fuera bien, que no perfecto, se me pone muy morenito el solomillo al Wellington. Y claro eso te puede frustrar la fiesta. El cansancio puede vencer a la música atractiva. Y cuando tienes la oportunidad de dejarte llevar y que cocinen otros por ti, tus hijos ponen la guinda al pavo. Brrr! lo dicho mi propósito es solo uno el año que viene dar la bienvenida al 2019 en pijama, desmaquillada y con bocadillitos.

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Sobre propuestas, lo que he oído mucho por diversas personas, es la frase «virgencita, déjame como estoy». Lo que interpreto dos cosas, una que da gracias por su situación y pedir más sería abusar, y otros que han remontado un poquito e ir hacia atrás no lo harían ni tomando impulso, y a ver si piden más y la vida les vuelve a dar un revés. No quiere decir que sean ni pesimistas ni optimistas, sino que esta vez prefieren ir con pies de plomo, y que a través de su esfuerzo conseguir sus victorias sin hacer mucho ruido. Siento que estamos en la era de la conciencia, dejamos el bienestar hace unos años y en esta época que estamos viviendo ahora las personas no gastan como antes, sino que lo invierten en lo importante. Eso sí, que nadie deje de soñar, porque es el motor de nuestra existencia. Sin sueños no hay historia, no hay humanidad. Y así considero que hay que trasmitírselo a nuestros hijos, aceptar los éxitos y las experiencias como momentos que nos dignifican y nos hacen personas, y que alimentar los sueños hace que nos mantengamos en pie. Y me preocupa porque recientemente leía un tuit de Silvia Álava, psicóloga, apoyando el artículo de Begoña Corzo que dice «los niños cada vez dejan antes la infancia, el pensamiento mágico, lo lúdico y la capacidad de sorpresa.» Y no puede ser, debemos apoyarles en desplegar sus alas a volar por sus sueños en su tempo. Pero que no dejen de soñar aunque con el tiempo sus propósitos sean «virgencita déjame como estoy».

@sernariadna