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«Venga, va, hoy nos toca Sa Naveta, ¿a qué no te atreves?». Esa pudo ser la conversación absurda que mantuvieron los dos adultos de Ciutadella -quizás fueron más- retándose el uno al otro, para atentar contra la construcción talayótica más célebre de la Isla y, probablemente, la más antigua de Europa. Con anterioridad ya lo habían hecho en Sa Bassa Verda y la batería de Punta Nati, aunque la trascendencia de su acción en Sa Naveta des Tudons va mucho más allá de la gamberrada inexplicable a cargo de estos individuos grillados.

Puestos a elucubrar, no sería nada extraño que hubiesen perpetrado el delito tras haber consumido unas buenas dosis de marihuana, lo que en ningún caso debería atenuar su delito continuado. Así lo dan a entender algunas de las palabras que escribieron en las rocas con esa caligrafía peculiar: «smoke weed» (fuma hierba) y «kush» (una de las variedades de la marihuana más demandadas en todo el mundo).

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¿Qué puede motivar a una persona a dañar una construcción levantada más de 1.000 años antes de Cristo?. ¿Afán de protagonismo, quizás, ganar un supuesto prestigio entre los de su misma cuerda, quienes por lo visto, no han querido colaborar hasta ahora en la investigación policial?.

Si el Cuerpo Nacional de Policía, con el soporte de la Policía Local, consigue atraparlos, sería conveniente someterles de inmediato a un estudio psicológico profundo que permita dar con lo más parecido a una explicación, un argumento para justificar tamaño desaguisado. Quizás a partir de ahí podría establecerse algún protocolo de prevención ante comportamientos irracionales, disparatados.

La limpieza de las rocas puede llegar a costar 40.000 euros. Por tanto la condena debería incluir que los responsables se hicieran cargo de la elevadísima suma, además del castigo que dicte el juez por mucho que llegaran a mostrar arrepentimiento.