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19-III-18

El asunto del parque acuático de Biniancolla se las trae. Después de escuchar y leer durante lustros las diatribas del universo conservador contra las restricciones urbanísticas (no sin razón en muchos casos), y las enormes meteduras de pata (Cesgarden y otros) «de una izquierda aldeana que sueña con una Menorca adánica al amparo de una castrante sostenibilidad» frase apócrifa pero característica del habitual discurso crítico, ahora los menorquines acabamos de gozar de las delicias de las consecuencias de las ideas de la derecha, convencidos sus muñidores de que antes están las personas y su bienestar económico que una utópica protección del territorio, con eslóganes del tipo del «interés general» o la «desestacionalización», que exonerarían de cualquier restricción. Sería divertido si no fuera tan patético.

20-III-18

No es la primera vez que, desde que me lo descubriera el siempre perspicaz Antonio Casero, saco a colación al ya desaparecido profesor italiano de la Universidad de Berkeley, Carlo M. Cipolla quien en 1988 publicó un ensayo humorístico (por el que se le recuerda más que por sus magníficos trabajos sobre la superpoblación, porca miseria) sobre las leyes de la estupidez humana. Bajo el título «Allegro ma non troppo», partía de la idea que la estupidez es un fenómeno transversal uniformemente repartido entre clases sociales, oficios y profesiones , y que los estúpidos son mucho más peligrosos que la mafia o el complejo industrial-militar, estudia, mediante hilarantes coordenadas las diferentes posibilidades de estupidez, desde aquellas acciones que producen pérdidas propias y beneficios ajenos (estupidez incauta) a las que provocan beneficios propios y pérdidas ajenas (estupidez malvada), hasta las que ocasionan pérdidas propias y ajenas, que sería la quintaesencia de la estupidez…

Dentro de este último ámbito, el de estupidez químicamente pura se instalarían el o los autores de las pintadas en monumentos megalíticos que no consiguen ningún beneficio propio (más bien se les puede caer el pelo) y causan pérdidas ajenas sin ningún sentido. Dice Cipolla que las acciones de los estúpidos/ estúpidos son imprevisibles porque no actúan racionalmente, nos suelen coger por sorpresa y por tanto no nos podemos defender, por lo que esa ralea de estúpidos son los seres más peligrosos de la tierra. Pues en esas estamos.

24-III-18

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Ni pasmo ni rabia sino una tristeza infinita es lo que siento ante la deriva del asunto catalán por el drama humano que conlleva (la alegría con la que los jueces decretan cárcel preventiva, incluyendo para ello el juicio de intenciones, me estremece) y por lo que tiene de derrota del pensamiento y del arte de la política. Llevo meses, años, escribiendo tanto en esta tribuna como en «El País» sobre la necesidad imperiosa de una solución política, no judicial, para el contencioso entre Catalunya y España que debería mirarse en el espejo canadiense, donde su tribunal supremo supo encauzar el problema quebequés creando jurisprudencia… y una paz social que ya dura casi veinte años.

Aquí, por el contrario vemos el enroque de los dirigentes del procés, la inepcia absoluta del gobierno español, incapaz de encarar políticamente un problema que subroga a la Justicia, y un retorcimiento de las leyes por parte de un juez dotado de superpoderes analíticos, capaces de ver violencia en un procés realmente irresponsable, transgresor y punible, pero pacífico… En pocas palabras, un paisaje absolutamente desolador.

26-III-18

Y éramos pocos y parió la abuela: Puigdemont detenido en Alemania. No veo tan claro como la claque gubernamental española que los tribunales europeos le compren a nuestro juez Llarena su peculiar concepto de la violencia y la subsiguiente rebelión. Veremos.

Menos mal que brilla el sol y empiezan a llamar los amigos venidos del planeta tierra. Se avecinan tertulias excelentemente regadas, y por tanto, presumiblemente sabrosas.

27-III-18

La magia de internet me trae a casa a Geoff Robson, un viejo amigo del que no sabía nada desde que en 2002 abandonara la Isla. Me daba clases de inglés, más bien de fútbol en inglés y hasta le abrí en «Es Diari», cuando fui redactor-jefe de deportes, una sección semanal en la que comentaba, en inglés y español, la Premier League de la que consiguió hacerme fiel seguidor. A cambio, le induje a hacerse culé y fan del Sporting Mahonés, a cuyos partidos acudíamos muchas veces juntos. En su misiva se acuerda de Engonga, de Gervasio y de Nido Vidal. También me escribe frases en catalán, como un par de amigos médicos de allende la Isla que en vez -o además- de protestar, se han puesto a estudiar mínimamente la lengua del lugar. Pero esa sería otra y la Semana Santa debería ser para hermanarnos todos si le hiciéramos caso de una vez al atormentado fundador.