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Un aniversario más de tu partida. Un día para renovarte mi amor y mi gratitud por todo lo que me diste. Inmensidades: fidelidad, inteligencia, bondad... Hoy abandono la segunda persona gramatical y me paso a la primera, porque esto es muy personal. Durante años hablé contigo a través de estas páginas. Cuando la vida, desatenta, te apartó de mi lado, dejé de hacerlo. No por falta de querencia, sino porque dolía, dolía mucho. El dolor no desaparece, ni el olvido, pero se asedan y su tacto anímico no es tan áspero. Más bien todo lo contrario. Es suave. Esa suavidad nace de la luminosa convicción de que fuimos afortunados, ambos, porque nos tuvimos. Las ausencias, decía Mercedes Salisachs, tienen volumen. El vacío tuyo fue inmenso. Pero lo he ido rellenando, día a día, con los buenos recuerdos -todos- que tú pintaste en el lienzo de nuestras vidas. Y la ausencia es ya otra...

En tu aniversario, Roig, vuelvo a hablarte, para decirte lo que ya conoces. Que por aquí cada vez andamos más jodidos. Que arrecia el odio. Que seguimos en una sociedad cainita. Que los partidos políticos parecen rings (¿?) de boxeo. Lo que importa es que el árbitro, a la postre, levante el brazo de uno y lo dé como vencedor, que es tanto como decir candidato...

No quiero entristecerte, Roig. Pero nunca nos mentimos. Nunca -me contestas, de seguro, desde ese cielo que la ortodoxia católica te niega y en el que yo no quisiera estar si gente, y digo gente, como vosotros, no tuvierais cabida en él-.

Jodidos, sí... Las lenguas siguen siendo utilizadas por los hombres para pelearse y no -¡imagina Roig!- para amarse, lo que, a fin de cuentas, es lo que les es propio. Los fanatismos medran y las palabras, aterradas, huyen de diálogos imposibles que no se han dado, no se dan y no se darán, jamás, por lo visto, en este país. Los populismos crecen. Y la gente cree en ellos porque les dicen lo que anhelan oír. Pero que nadie espere de un populismo, Roig, que le solucione un problema, porque ese populismo vive del conflicto, se nutre de él y si el conflicto desaparece, desaparece con él el demagogo. La confrontación parece perpetua y el entendimiento imposible...

- ¿Y? -me preguntas-. Seguimos recurriendo a las drogas... El fútbol es, sin duda, la más consumida…

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Te imagino ahora cabizbajo, con neblina en esos ojos que proyectaban, invariablemente, ternura, incluso cuando en mis brazos te dormiste en un sueño muy especial, el último, mientras arreciaba en mi un llanto terrible, incontrolable, el mismo que el de ahora, cuando después de tanto tiempo, vuelvo a hablar contigo desde estas páginas…

Y, por faltar, nos faltan incluso héroes. Y nos sobran iluminados cobardes. Líderes mesiánicos que defienden identidades pero que, a diferencia de los grandes hombres, huyen cuando las cosas se tuercen. No tenemos ningún Mandela, ningún Camacho…

Por cierto, Roig, me he jubilado… Habría tenido más tiempo para ti. Pero las cosas vienen como vienen, viejo amigo...

Ayer me paseé por la Feria del Libro. ¿Te acuerdas? Y sentí esa emoción que siento cada vez que observo calles inundadas de libros y rosas. Que no es otra cosa que sabiduría y belleza. Los libros, al igual que las lenguas, no se pelean y contenidos antitéticos conviven en luminosa armonía sobre tapetes ilustrados. A fin de cuentas aquello no es el Congreso de los Diputados. Y cuando lo hacía -pasear- me imaginé que estabas a mi lado. Y lo estabas... Quizás quienes nos mandan debieran pasearse por ese edén de tolerancia y aprender que ser político, a la postre, no es otra que priorizar y priorizar siempre hacia el débil, desde la argumentación y el respeto hacia el otro...

Sé que asientes...

Termino, Roig. Solo queda reiterarte lo que ya sabes. Que sigues en mí. Gracias por tantos años y por haber estado, seguro, paseando el otro día conmigo, entre libros y rosas, moviendo tu rabo y mirando con esa expresión de ternura que iluminó mi vida...