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Unos meses atrás me llevé prestado de la biblioteca pública de Maó unos libros entre ellos uno de Montessori, me gustó tanto que lo devolví, y me lo compré. Uno de los capítulos era cómo hacer entender a un niño su cumpleaños. Haces un círculo con un cordel en el suelo, en el centro pones una vela y diferentes fotografías. La luz simula el sol, la cinta en forma circular son las vueltas que debe dar el niño con un globo terráqueo entre las manos, que es el mundo. Y las fotografías es su evolución desde que nació. Así lo hicimos con el pequeño, que cumplía dos años. La familia más intima observaba como Nadal daba dos vueltas (simulando el paso de los 365 días multiplicado por dos años). Es brutalmente bello, le das el mejor regalo. Familia y 'abrir los ojos'. Es decir, le estás enseñando a tu hijo cosas tan maravillosas como estar en familia y volcarte en él. Le enseñas la evolución desde que nació, y el amor que le está acompañando. Es un juego que produce risas. Le enseñas que estamos en un universo lleno de planetas y que el nuestro es la tierra, que gira alrededor del sol todos esos días hasta completar sus años, y que estamos a su lado. Le enseñas que el sol es un astro que sin él no viviríamos. Y que nuestro planeta llamado mundo, está lleno de personas no solo estamos nosotros sino que hay diferentes personas y razas. Culturas y religiones, y políticas. Animales y vegetación diferente. Todos estos conocimientos se van incrementado con su edad. Con dos o tres años, con que lo hagan y se queden con lo emocional ya es suficiente. A partir de los 4 años es cuando empieza el cerebro a desarrollar la inteligencia y se le pueden ir diciendo estas cosas.

Una vez inflado el globo (hinchable) ¿qué hago con él: lo desinflo y lo guardo para el cumpleaños siguiente. O mejor lo expongo? Me quedé con la segunda opción, lo colgué en la habitación de mis hijos para que tengan presente que hay más vida de las cuatro paredes en las que convivimos, hay más vida fuera del barrio, y de la isla, y de las Baleares, y que de la Península. Sus ojos se deben abrir al mundo. Deben entender que un día puede cambiar la zona de confort, y eso es bueno. Porque viajará a lugares donde las personas le aporten, y viva experiencias que sumen en su mochila.

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Los americanos utilizan la expresión Think global, act local, es decir 'piensa globalmente, actúa localmente'. Un reclamo a la humanidad para despertar la consciencia; nos quiere decir que tus decisiones de hoy, de cada uno como ser individual, tienen un impacto global. Lo que vengo a expresar es que los hijos cuanto más conscientes sean –desde pequeños–, como individuos, lo que pueden ser, hacer y cómo lo pueden desarrollar, y que no están solos, mucho mejor. Así harán buenas políticas, buenos negocios, mejor medio ambiente.

@sernariadna