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Desde Alemania el prófugo Puigdemont ha nombrado a dedo a Quim Torra, un radicalizado independentista, parece que sin ninguna experiencia política como candidato a presidir la Generalitat catalana. Rápidamente todos los medios de comunicación han buscado el perfil del futuro molt honorable president, y a juzgar por lo dicho y por lo leído, han dado con un personaje «siniestramente radical». Decía una cadena de radio en la mañana del 11 de mayo, añadiendo la misma frases como las siguientes: «racista siniestro», «han nombrado a un sicópata racista», «un despreciable sujeto», «este Torra es un sujeto que en ningún sitio de Europa sería ni siquiera concejal». Les ahorro a ustedes el resto de lo dicho en esta emisora, porqué con lo anotado sobra madera para hacer una foguera de Sant Joan de las de no te menees.

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Confieso que me quedé de pasta de boniato, o sea, que estábamos entre llamas y hemos venido a caer en las brasas. Tanto debe ser esto así, que el mismo Torra ha borrado lo publicado por él en su tuits por lo lamentable que resulta buena parte de lo que ha dejado escrito. Lo qué me ha parecido más curioso es que Puigdemont prohíba al que ha elegido a dedo que use su despacho. Pero vamos a ver: ¿El tránsfuga de Puigdemont qué pinta en las instalaciones de la Generalitat? ¿Quién es un tránsfuga de la Justicia para prohibir que el presunto presidente de la Generalitat pueda usar un despacho que a él ya no le pertenece? Ni que el Palau de la Generalitat fuera suyo. Y tampoco me parece baladí que el partido de Puigdemont haya permitido que este señale su sucesor a dedo.