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Llega el verano y con el estío arranca la campaña del macrobotellón permitido y asociado a todas y cada una de las fiestas populares en los pueblos de la Isla.

Las de Sant Joan en Ciutadella, las primeras del calendario, han coincidido con la presentación del balance estadístico del servicio de drogodependencias del Consell de Menorca. Las personas con adicción al alcohol son las que comprenden el segmento mayor de las que están en tratamiento, un 28,7 por ciento. A final de año Proyecto Hombre en Menorca, también revelaba el aumento de jóvenes que solicitaban ayuda al tomar consciencia de su problema con en alcohol.

La consellera, Maria Cabrisas, incidió en la presentación de las cifras, en el peligro de la ingesta abusiva de alcohol en el tardeo de Maó y Ciutadella. Se refería al modelo que ofrecen los adultos en estas sesiones de diversión que van del mediodía a la noche en los bares de los núcleos históricos de ambas ciudades.

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Esa ingesta abusiva no es generalizada en el tardeo. Alguno hay que la engancha a cuadritos, claro, pero no parece que ese mal ejemplo pueda tener tanta proyección en los hábitos consumistas de adolescentes y jóvenes.

El Consell sigue apostando por la prevención con campañas divulgativas para que chicos y chicas sepan disfrutar de la fiesta sin que sea condición indispensable beber a discreción. «Millor sense alcohol», es uno de sus lemas que parece demasiado blando a la vista de los resultados anteriores, las cifras estadísticas y, lo que es más evidente, el paisaje urbano de las fiestas.

A la espera de la nueva ley que prepara el Govern sobre adicciones, encaminada a prohibir el consumo de alcohol a menores, qué tal si se comienzan a tomar medidas como retirar las botellas de los adolescentes con las que circulan impunemente en cada fiesta hasta acabar, en muchos casos, tirados sobre la acera o en coma etílico?. Prevenir siempre será necesario, pero cortar el problema vista su trayectoria se antoja ya imprescindible.