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Por más que Menorca no tenga del todo claro el modelo turístico que la caracteriza, de alto, medio o bajo nivel adquisitivo, familiar, juvenil o adulto, sí sabemos todos que el verano de esta Isla no guarda ni la más mínima coincidencia con el de Platja d'Aro, Blanes, Salou, Eivissa o Magaluf, por poner varios ejemplos. Aquí no llegan jóvenes dispuestos a vaciar los tanques de cerveza de los locales que pisan, ni con ánimos de causar destrozos o provocar altercados.

Ese desenfreno que va unido al vandalismo, la peligrosidad y el riesgo que sí padecen restauradores, hoteleros e incluso los vecinos de los entornos turísticos de aquellos lugares, afortunadamente aquí es desconocido.

El Ayuntamiento de Maó aplicó un cambio horario el pasado año para los locales de ocio limitándolo en el centro. El objetivo era desviar la 'marcha' hacia el puerto y revitalizar aquella zona. La modificación obligó al cierre de las dos discotecas en la calle Borja Moll y ha hecho resurgir el Andén de Ponent donde los fines de semana los locales con licencia de café concierto pueden abrir hasta las 6 de la mañana.

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Se trata de conciliar el negocio de los empresarios del ramo con el descanso vecinal. Ajustar ambas pretensiones no es fácil y desde entonces se han reproducido las quejas, ahora aumentadas tras las últimas apariciones policiales en los locales del Andén de Llevant, que solo pueden abrir hasta las 3 durante el fin de semana.

Desaparecida la oferta de diversión en el centro solo queda el puerto. Estamos en pleno verano, llegan turistas náuticos que desean lugares para bailar y disfrutar de la noche. No son gamberros.

Bajo esa perspectiva debería considerarse una mayor flexibilidad para los locales obligados a cerrar a una hora determinada si no tienen la licencia de discoteca, siempre que sean advertidos y sus clientes no causen problemas al vecindario. Menorca es un destino tranquilo pero los que vienen a Maó de vacaciones necesitan oferta de lugares para la diversión nocturna.