TW

A mí, la verdad, me vendría fatal ahora tenerme que convertir en un superhéroe. Empezando por la parte práctica en la que no me apetece nada que me pique una araña radiactiva, pegarme una ducha con rayos gamma, tener un trauma con murciélagos o descubrir que soy de otro planeta. Tengo mucho trabajo, la verdad, para ponerme en plan melodramático y dedicarme a impartir justicia por las noches. Que lo hagan otros. Además, todo el mundo sabe que la noche está hecha para descansar, no para ir haciendo 'es lero' en gallumbos.

Con el paso de los años se me ha ido pasando la fiebre de ser un súper hombre o algo que se le pareciese. Te reconozco, amigo lector, que en algún momento he puesto cara de enfadado y con la piel ligeramente verde, aunque ha sido más por un apretón inesperado y súbito que por una repentina transformación en Hulk. Luego, aliviado, me parezco más a la dócil Heidi que a cualquier Vengador.

No te negaré que he fantaseado muchas veces con lo de tener algún súperpoder que me permitiera hacer algo que no podemos hacer. El que más me viene a la cabeza es el de volar. Me encantaría volar para no tener que coger un avión nunca más. Sigo luchando contra el pánico interno que me invade cuando subo a un puñetero pájaro de metal de muchitantos kilos que todavía no sé cómo puñetas puede volar.

Noticias relacionadas

Luego, como ya comenté, me dejó de hacer gracia lo de tele transportarme. Espachurrarme como si fuese una especie de plato de Ferran Adrià descompuesto y volverme a montar en otro lado tampoco me hace gracia. El cuerpo humano es una suerte de puzle tan complicado que si montó bien la primera vez, mejor no arriesgarse a desmontar nada, que venimos con un libro de instrucciones justo y con el mínimo margen de error.

Ahora, la verdad, es que me imagino con el súperpoder de hacer nada. Super NadaMan o algo así. Es decir, pasar desapercibido, poder vivir mi vida con calma y ni molestar ni que me molesten. Que todo vaya fluyendo. Hay gente a la que le interesa hacer más cosas, más ruido, mostrar más que a mí, y a ellos se lo dejo todo.

Cada vez tengo más claro que los súperhéroes y las súperheroínas existen, vaya si existen, y realizan su trabajo con una eficacia brutal, tan buena, que incluso parece que pasa desapercibida para los ojos de la gente. Son aquellos y aquellas que en lugar de quedarse a esperar si les caía un poder merced a la gracia de los dioses, prefirieron plantarle cara al día a día arremangándose las mangas y echándole narices.