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El cambio generacional ha llegado al PSOE. Así comenzaba El País la crónica del congreso que eligió a Zapatero, 39 años, secretario general del partido. Cambiando las siglas, así podía haber comenzado el lunes la crónica de la elección de Pablo Casado, 37 años.

El desarrollo ahora del cónclave popular me ha traído a las mientes aquel, cuando todavía no habían irrumpido las primarias y la decisión estaba en manos de los delegados o compromisarios, 995 en aquella ocasión, uno de ellos el menorquín Toni Orell, quien a la vuelta me narró la experiencia. «Creo que habéis acertado», le dije; «Necesitábamos aire fresco», contestó.

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Siendo partidos distintos y con un trecho de 18 años por en medio, hay puntos comunes, no de esencia ciertamene. La fecha y el lugar, Madrid, julio, el día 22 entonces y el 21 ahora. También el origen de los líderes, León y Palencia, provincias limítrofes de lo que fue región de León hasta la creación de las comunidades autónomas.

Ambos han estudiado Derecho y en su curriculum laboral -salvando los tres años de Zapatero como profesor colaborador en la universidad en la que estudió- la información es pareja, sin otra ocupación que el cálido sueldo del cargo político.

La victoria de Zetapé fue más ajustada, ganó por nueve votos que, según cuentan las crónicas, provenían del guerrismo, poderoso entonces, después de un discurso brillante y optimista en el que apeló a la modernización del PSOE. Pero los votos andaluces se fueron mayormente para Bono. Casado, con mejor discurso que su oponente y apelando al retorno a los principios, ha obtenido una victoria más holgada, a costa de arrebatar votos al marianismo, si este, como se dice, se decantaba por Soraya, que también había obtenido el apoyo mayoritario en Andalucía. La trayectoria posterior de Zapatero la conocemos, la de Casado está por escribir.