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Aparentemente el president del Parlament balear, Baltasar Picornell, podría hacer suya la campechanía que siempre se destacó en la personalidad del rey emérito, Juan Carlos I, ahora ya no tan campechano tras ser acusado de haber tendido la mano para cobrar servicios prestados al empresariado español en el extranjero. Si fue el primero de los españoles debería ser investigado y juzgado como cualquier otro, dicho sea de paso.

'Balti' Picornell, de Podemos, republicano confeso, de apariencia mística y vestimenta entre casual y progre, americana y zapatillas deportivas con las que acudió a su encuentro con el actual monarca en La Almudaina el lunes, encendió a propios y extraños tras esta visita de cortesía.

Aseguró que Felipe VI le había mostrado su voluntad de tender puentes con Catalunya y hablar con los partidos para desencallar el conflicto catalán. Esas manifestaciones, que de ser ciertas, le atribuían al jefe del Estado unas funciones constitucionales ajenas a su cargo, han resultado ser producto de la tergiversación del político balear por su deficiente conocimiento del idioma castellano.

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Al día siguiente, una vez comprobada la tormenta generada, tuvo que matizar que las palabras no habían salido de la boca del rey sino que esa había sido la sensación que le había aportado a él mismo la conversación con el monarca.

Para aliviar aún más su metedura de pata, se justificó indicando que él mismo giró sus declaraciones y, sincero, admitió que en ocasiones le cuesta expresarse en castellano.

En el eterno debate relativo a la imposición del catalán sobre el castellano en las Islas y viceversa, según sean unos u otros quienes lo denuncien, que el presidente del Parlament balear reconozca sus limitaciones para expresarse correctamente en español resulta mucho más grave, incluso, que haber dicho lo que el rey no dijo.