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El día 13 de agosto del presente año, se habían ahogado en aguas españolas 187 personas, número homologable a las del año pasado, lo que sin duda es un verdadero desastre. Los ahogamientos se dan en cualquier tipo de zona utilizada para el baño, río, embalse, piscina y por supuesto el mar. Nunca se me olvidará que hace unos años frente a la iglesia de Nuestra Señora de Regla, en Chipiona, ayudé a sacar del mar hasta la arena a una señora que estaba prácticamente ahogada. Su color entre violáceo y azulado no creo que se me olvide en la vida.

Ahogarse es cuestión de segundos y según el agua tragada, el cuerpo ya es incapaz de reaccionar sin ayuda. Acto seguido, si la persona es mayor, mostrará el color característico de los ahogados aunque en puridad aún no lo esté científicamente.

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En España hay este año 6000 socorristas federados. En algunas zonas masificadas de bañistas suele haber alguna ambulancia y un retén médico y se anuncia la peligrosidad del oleaje por medio de banderas. Con todo, desgraciadamente, no es aventurado pronosticar que los ahogados llegarán a 300, quizás más.

Es muy peligrosa la ingesta etílica abusiva, tirarse de cabeza al agua sin saber si el fondo es de roca y la altura de agua que hay. Un error de esa naturaleza suele ocasionar tetraplejia o desnucamiento y si en un caso supone la invalidez, en el otro supone la muerte instantánea.