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Jaime es un flipado de la vida. Se hace preguntas absurdas que pocas personas se harían. Viendo un documental sobre Grecia supo que si vuelas de Barcelona a Atenas tienes que adelantar tu reloj una hora, es decir, que pierdes una hora que obviamente recuperas al regresar a Barcelona ya que tienes que atrasar tu reloj, pero ¿y si no vuelves? ¿Y si por lo que sea vuelas de la ciudad condal a la cuna de la democracia moderna, pero una vez allí te enamoras a la sombra de una columna del Partenón y ya nunca más regresas? La cuestión que ocupaba a Jaime es si has perdido esa hora de tu vida para siempre, o la tienes como en una especie de bono plus para burlarte de la parca sesenta minutos extras.

Otro día Jaime leyó que el pasado mes de agosto cayeron en la península, y en las Illes Balears un total de 776.000 rayos, la cifra más alta contabilizada en un solo mes desde el año 2000. Son muchos rayos que te pueden partir y hacer bueno el refrán maldición. Estadísticamente es más fácil que un rayo atraviese tu cuerpo, a que seas agraciado con un premio en la lotería. Sin embargo Jaime está convencido de que, en alguna parte del mundo, al mismo tipo que un rayo le dio en la cabeza le había tocado antes la lotería. Que estadísticamente algo sea muy improbable no significa que sea imposible.

Jaime vio por Internet imágenes de abuelas y abuelos, y seguramente personas mayores sin nietos que decidieron no tener hijos y viajar por el mundo, y a Jaime esta opción le parece tan buena como la maternidad-paternidad responsable, manifestándose por las calles de diferentes ciudades para pedir que sus pensiones suban con el IPC. Y Jaime pensó que la Historia es más que tozuda, y que seguramente esos señores y señoras mayores fracasarán en su reivindicación, porque desde Mayo del 68, y con el despiece total del movimiento 15-M, la solidaridad brilla por su ausencia. Ojalá se equivoque.

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Jaime no entiende porque equidistante se ha convertido en un insulto en algunos temas, sobre todos en los que hay muchas banderas tapando neuronas. Los hay que siembran odio, parecen buscar una primera víctima que les dé un rédito partidista. Sería la victoria más nauseabunda. Cuando los trapos de colores se agitan para ahogar a la razón, la esperanza sale por patas, y se va al escondrijo más cercano, a esperar mejores tiempos, o a morirse de pena.

Jaime piensa en cómo se le abren las tripas cuando ve personas ahogarse en el mar, mientras desde las costas de Europa se votan gobiernos sin escrúpulos que llenan las fronteras de alambre de espino para que se dejen la piel mujeres y niños. Aquí sí que no cabría la equidistancia, y sin embargo a muchos les importa menos que el tamaño de su bandera. Jai recuerda que las banderas de Andorra, Rumania, Chad y Moldavia son iguales, ¿qué pasaría si estos países entraran en guerra? Tremendo lío.

Jaime leyó que han hecho un censo en las alcantarillas de Barcelona y han calculado que hay unas 200.000 ratas. Y eso no es nada si lo comparamos con una estadística del Departamento de Sanidad de la ciudad de Nueva York, donde calculan que en la Gran Manzana hay 17 millones de ratas. Estos roedores ya provocaron las grandes plagas de peste que asolaron el mundo en siglos pasados. Y Jaime piensa, para acabar, que a ver si estamos mirando para donde no es, y el mundo se irá a hacer puñetas desde las alcantarillas, justo debajo de nuestros pies. Pero no hagan mucho caso, queridos lectores, recuerden que Jaime es solo un flipado de la vida. Feliz jueves.