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4-XI-18

Esclata-sangs es la palabra de estos días pre invernales de lluviosa realidad, y en la ficción de nuestro eterno Paco Pons Capó, maestro de periodistas que llena de sonrisas el diario de los sábados cual cid campeador… Me encantan nuestras setas en el plato, sobrenadando la sang, ofreciéndose jugosamente libidinosas a la cata del paladar. Su búsqueda, el mítico anar a cercar esclata-sangs se la dejo a los amantes del campo y sobre todo a los profesionales, no vaya a ser que me ocurra lo que al señor Domingo, el personaje de Paco que se empeñó en ir a buscarlos y acabó hecho un nyap y de cagarel.la…

26-XI-18

Las series televisivas han venido para quedarse, lo he asumido tras un período de resistencia como purista del cine clásico, una vez convencido de la enorme calidad de algunas de ellas («Boardwalk empire», con el toque de Martin Scorsese, las tres primeras temporadas de «Homeland», o la inquietante «Breaking Bad», por poner unos ejemplos). También me he resistido numantinamente a la lectura digital de periódicos versus papel hasta que el acelerado cierre de quioscos en las grandes ciudades, me ha convencido (snif) de la irreversibilidad del proceso, aunque no por ello haya renunciado a mi dosis diaria de papel.

Pero la cosa iba de series, utilísimas cuando por las circunstancias a uno no le dejan leer tan vorazmente. Confieso que estoy enganchado (¡cielos, creía que nunca utilizaría esta tosca expresión!) a «Shameless», un ingeniosísimo híbrido entre comedia y drama, sin concesiones a la corrección sociopolítica y con personajes de tendencia autodestructiva, que veo en mi ordenador cuando me canso de hurgar en los periódicos. Y acabo de descubrir dos series en Netflix muy prometedoras. Una de ellas, un western de los hermanos Coen («La balada de Buster Scruggs»), magistral aunque algo irregular, tras un comienzo deslumbrante… Y otra con la que me siento plenamente identificado («El método Kominsky») en la que un estelar Michael Douglas ejerce de prostático a tiempo completo y nos muestra a los senectescentes cómo asumir con dignidad y autoironía los embates del envejecimiento…

29-XI-18

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Aunque cambio inmediatamente de canal en cuanto se me ofrece un debate electoral (en cursiva porque una cosa es debatir y otra muy distinta intercambiar eslóganes partidistas), no puedo evitar que se me cuele algún fragmento, y en el caso andaluz me llama la atención que se hable más de Cataluña y de la indisoluble unidad de la patria que de problemas y soluciones de la autonomía andaluza. Parece el día de la marmota, una serie interminable de fotogramas que se vienen repitiendo desde mi juventud, porque en tiempos de don Francisco, el de la unidad (entonces sagrada) también era un tema estrella, además del Real Madrid y las inauguraciones de pantanos. Si antes el asunto parecía dar estabilidad hormonal al régimen, ahora parece que da votos. Bastantes.

2-XII-18

Higiénico relevo de poder en Andalucía con el indeseado ribete del auge de la extrema derecha, que accede a la relevancia política de forma inquietante pero impecablemente democrática. Forma parte de la ola reaccionaria global, una especie de tea party a la española (¿carajillo party?) que quiere hacer a España grande de nuevo (?) acabando con el sistema autonómico, blindando el país frente a la inmigración, demoliendo las políticas de género, y llenando los balcones de banderas rojigualdas, una reacción visceral al llamado procés, clave en este resurgimiento de la derecha ultra nacionalista española.

4-XII-18

En busca de respuestas no tremendistas a la nueva situación política, expurgo un artículo de Manuel Vicent en «El País» de los últimos setenta, titulado «Blas Piñar en el Congreso» que me ha venido automáticamente a la memoria: «La democracia siempre acaba por amansar a los héroes…Te encaramas a la tribuna cuando te dan turno, coges la trompeta del apocalipsis, pero allí solo hay un silencio de crucigrama o un murmullo de moscardón… Y notas por las risas de la canallesca en el palco que si descompones la figura te conviertes en material de circo… Puede acabar como Hércules, que empezó por sonreír y acabaron por echarle del Olimpo por marica». Pues eso, desdramaticemos, que suban al estrado y expliquen con el énfasis acostumbrado sus planes para hacer de nuevo grande a la patria y que esperen el siguiente turno de palabra mientras los bedeles del Congreso pasan el plumero por las hormonas esparcidas… Lo mismo le sucedió al sector chavista de Podemos. ¿Será suficiente esta vez la moqueta para aplacar la cólera de los reconquistadores?

5-XII-18

Sorprende y no sorprende que en los análisis y contra análisis del cap de fibló andaluz no se hable (mal) de un hipotético «pacto de perdedores», ni de que «gobierne la lista más votada», lemas omnipresentes en anteriores comicios… Soluciones por otra parte inevitables y escrupulosamente democráticas antes y ahora.