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Relájense queridos lectores, si han sobrevivido a las cenas de empresa, también sobrevivirán a la Navidad. Si han sido capaces de escapar con dignidad a los chistes del jefe, del tipo: ¿la Navidad bien, o en familia?, a los flirteos adolescentes de compañeros que ya pasan los cincuenta, y a los bailes arrítmicos al son de ABBA, tiene aprobado con sobresaliente el máster «Cómo sobrevivir a eventos programados a los que todo el mundo tiene que ir, sí o sí, sin perder la dignidad más de lo necesario». Y es un máster de los buenos, no de los que regalan a los vagos con carné de partido.

Quedan apenas cuatro días para la noche de los cuñados, los empachos y el Almax, los villancicos, ver a la abuela achispada con la copita de cava y las discusiones plomizas sobre partidos políticos, o sobre futbol (toda discusión futbolera es estéril cuando se sabe que el Atlético de Madrid es el mejor equipo del mundo).

Algunos tendrán navidades a lo peli ñoña de Hollywood, con toda la familia sentada alrededor de un pavo y el fuego crepitando en la chimenea. Familias bien avenidas en las que por no haber, no hay ni la típica oveja negra. Los niños, educados y respetuosos, abren los regalos de Papá Noel con delicadeza, y las parejas de adultos, que ya no se llaman entre ellos por su nombre sino ‘papi’ y ‘mami’, se cogen de la mano para observar a sus vástagos con amor infinito… ¡Madre mía!, hasta yo me estoy rayando con tanto pasteleo. Como le siga poniendo azúcar a este párrafo habrá que pedir insulina en barriles, así que paro.

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Sean como sean sus navidades, máximo respeto con eso, quiero compartir una serie de dudas que me intrigan desde hace tiempo, comencemos después del punto. ¿Cuándo se hizo la ultima analítica Papá Noel? No es por nada pero ese sobrepeso, la nariz tan roja, y el estrés de acumular todo el curro del año en una sola noche, son la antesala perfecta para que a este hombre le pete el corazón, el Grinch espera con ansia el momento. ¿En qué momento se dejó de hacer el Belén tradicional para poner clicks de Famobil en lugar de pastorcillos, y el «Halcón Milenario» en lugar de al angelote? Ojo, que está evolución mola, sería muy guapo ver un Belén lleno de jubilados con chalecos amarillos exigiendo derechos, en lugar de sumisos pastorcillos agachando la cabeza. Otra, ¿por qué hay conciencias que solo se despiertan cuando les meten en vena anuncios de niños africanos muriéndose de hambre? El poder de la publicidad, supongo.

¿Quién inventó el turrón para veganos? Rozamos la locura, pero si hay personas dispuesta a comer turrón de tofú allá ellos, somos demócratas auténticos, no de los de garrote dictatorial envueltos en banderas. ¿Quién fue el primero que puso el Belén debajo del árbol? De verdad que no hay bastante con uno de los símbolos, hay algunos que echan a la abuela de casa para que les quepa la decoración navideña, todo sea por el espíritu, ¿consumista?, de la Navidad. ¿Por qué en los encuentros navideños, animados por el alcohol, siempre le decimos a alguien aquello de: «A ver si a partir de ahora nos vemos más», cuando sabemos que en cuanto se nos pase la euforia etílica no tendremos ganas ni de saludarlo? Sean sinceros, a todos nos ha pasado.

Se quedan muchas dudas navideñas en el tintero, pero los 3500 caracteres se agotan, y quería reservar los últimos para desearles, desde nuestra bella Menorca, que gocen en Navidad y siempre que puedan. Mi deseo es sincero, porque hoy no he bebido nada. Feliz jueves, salud y suerte con la lotería.