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Francina y su peña han agotado en dos días la propaganda que podían hacer de su obra. Bien mirado, más que acciones han vendido sus planes porque cuatro años no han sevido más que para poner primeras piedras y firmar acuerdos para encarrilar cosas que han de hacerse cuando se vayan. A saber, conservatorio en un sitio que no cabe y con el auditorio a doce metros bajo tierra sin ninguna garantía de que se ejecute si hay cambio de gobierno aquí o allá. El Verge del Toro, un mamotreto de arquitectura franquista cuyo derribo y nuevo equipamiento habría resultado más barato, más ágil y, sobre todo, más funcional para el uso sociosanitario que se le quiere dar y debía haber tenido desde hace doce años. La escuela de adultos, las obras estaban empezadas hace cuatro años, no se han acabado en este tiempo y es presentada de nuevo como proyecto.

Su conseller menorquín también ha apurado los plazos de propaganda política para presentar de nuevo el proyecto del puerto de Fornells, el mismo que presentó hace cuatro años y está sin hacer, y la cesión de la antigua estación marítima de Ciutadella para ser convertida en FP de hostelería, que figuraba en los presupuestos de 2018 con 3 millones consignados. En vez de vergüenza y disculpas por no haberlo realizado ya, lo vuelven a vender.

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Ya sabemos que la Administración es lenta. Ahora hemos aprendido que, en según qué manos, también es lerda. Y el colmo, que nos vendan como nuevo los deberes sin hacer.

La convocatoria ayer de las elecciones generales les impide dar más la brasa con lo que han hecho y que, realmente, está todo a medias. Miquel Vanrelll, añorado columnista de estas páginas, les habría dicho «S’ha acabat es bròquil», ha llegado el fin de fiesta para la propaganda, los electores son adultos, se merecen más respeto, sabrán valorarlo.