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Hace poco salió una noticia en la prensa cuyo titular me dio que pensar. El titular decía: «Demuestran por primera vez en laboratorio que la realidad no existe». ¿A que es impactante? A las informaciones científicas en los medios de comunicación de masas hay que aplicarles aquel consejo de Mark Twain, cuando previno a los que leen libros sobre la salud: más de uno ha muerto por una errata de imprenta.

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La divulgación es una cosa y el sensacionalismo es otra. Se publican muchas bajanades, como decimos aquí. Informarse sin pensar es como comer sin hacer la digestión. Pero volviendo a la noticia, se trataba de un experimento de laboratorio sobre física cuántica, ya saben, aquella que sostiene que el observador altera o cambia lo observado. Nosotros somos una parte de la ecuación, incluso de la incógnita; aunque algunos iluminados se crean la solución pero solo resultan un engorroso problema.

Bueno, vaya chasco. Si la realidad no existe, si la percepción nos engaña, si todo depende del color del cristal o la ideología con que se mira... ¿vivimos en un mundo irreal, ilusorio, ficticio? No, es que estamos en campaña electoral. No hay que ser tan ingenuos como para pensar que todo es exactamente como lo vemos nosotros. Solo a un cerebro demasiado pequeño, no le cabe la menor duda. Mas tampoco podemos desconfiar de todo. La realidad existe, pero tiene perspectiva. El sabio lo sabe y escucha otros puntos de vista.