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Me viene al pelo esta frase después de las elecciones generales. Se lo digo a mi hijo: tienes que aprender a defender tus propias ideas. Mi hermana me hizo notar estos días que protegía del algún modo al pequeño de su hermana la mayor si no conseguía algo. Muchas veces llamo la atención a la mayor, y claro eso la reafirma de que tiene el poder. Y tengo que redirigir la educación, es decir, si mi hijo pequeño no sabe resolver un conflicto, o en un momento de apuro, debo enseñarle que él puede hacerlo, que él tiene la capacidad para defender sus ideas, y sacar el carácter no solo en casa, sino también fuera.

Como es muy reciente esta nueva dirección no puedo aún dar resultados, pero espero que en próximas columnas os pueda contar si mi hijo defiende sus ideas.

Lo que sí que me gustaría explicar es el momento cuando una madre se acerca a otra para ayudarla en la educación, si ve que hay alguna cosa que cree que puede mejorarse. Y siempre y cuando a la personas a la que le sugieres algo le siente bien. Desde luego que con mi hermana hay confianza, pero a veces puede incomodarte. En este caso no. Consideré que tenía razón, y que debía vigilar a quién de los dos daba una orden de desconexión, o de empuje.

Es lo que se dice la tribu. Ese grupo de personas de madres y padres que en cualquier momento pueden sugerirte una opinión. En tu tejado está si coger o no la pelota. A veces pueden tener razón, otras no. Lo importante para mí es una cosa, la felicidad de la niña/-o en dos sentidos: el primero, si se emite una opinión es que el niño o la niña en cuestión importa. Y el segundo sentido, es que tu como madre quieres lo mejor para tu hija/-o.

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En el caso de mi hijo, trabajar lo de defender sus ideas es un buen entrenamiento o ejercicio para el día de mañana. Que sepa defender sus ideas, o ideales con convencimiento y seguridad. Y desde luego es a base de caer y levantarse. De frustrarse, de recuperarse. Y de convencerse de que puede, que unas veces ganará, y otras serán experiencias que irán a parar a su mochila de sabiduría.

Lo difícil a su edad y en mi posición de madre es no doblegar, ni relajarme. Por mucho que le vea llorar, y agarrarse a mi pierna que voy arrastrándole como si tal cosa.

Hay que ser fuerte en recibir sugerencias, hay que ser fuerte en ponerlas en práctica, y hay que ser fuerte en llevarlas a cabo, la parte más difícil.

Agradecida por el consejo, porque puedo corregir antes de que sea demasiado tarde, en este preciso momento que está en la construcción de su persona.