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Trabajar de político debería de ser oficio exigente, pues aunque pueda estar éste ubicado donde sus decisiones no vayan a condicionar el devenir diario de las personas, no es por eso menos cierto, que algunas decisiones políticas pueden permitir lo que ahora está prohibido o prohibir lo que está permitido.

No ha mucho hacía yo una reflexión sobre la ley que permite tener una escopeta de caza cuando ya no se va de caza, pero se quiere conservar el arma por ser el apreciado regalo de la mujer amada, pongo por caso, que además también es mi caso. A mí me parece muy bien que la guardia civil sepa que fulano o mengano tiene en su casa un arma, pero si ya no va de caza, a santo de qué tiene cada vez que renueve el permiso de armas, sacarse además un permiso de caza y el seguro de caza. -¡Hombre! me dijo en benemérito que me atendía, porque lo que tiene usted es precisamente una escopeta de caza– No, pero si ya no salgo a cazar. -Sí pero como es un permiso para un arma de caza, el legislador entendió que debía de sacar el permiso de caza- Y puesto a entender si tenía el permiso de caza tenía que tener también el seguro de caza. ¡Vale! Pero mire usted, como el permiso de armas de caza tiene una vigencia de cinco años, resulta que a partir del próximo año ya no sacaré ni permiso de caza ni el seguro y tendré en vigor cuatro años más mi permiso de armas. A lo que el guardia civil que me atendía añadió –sí… eso verdaderamente es así. Pero si no lo ve bien dígaselo a los políticos- Es un ejemplo simplemente de cómo se legisla, cuando para este caso basta con renovar el permiso de armas sin más añadidos del todo innecesarios, por lo tanto injustos.

2 Ahora al inicio de la última campaña electoral ha pasado el lamentable suceso de esa pobre señora a la que el marido ha ayudado a suicidarse. Según algún jurista que tengo oído en televisión, con la ley actual el suceso está encuadrado en la violencia de género. Pues miren ustedes, yo no voy a pretender ni ser más retórico ni más tiquismiquis, simplemente creo que en este caso concreto, no hay ninguna violencia de género, lo que sí que hay, es incapacidad política por unos o por otros a la hora de tener en nuestro ordenamiento jurídico la eutanasia asistida, en vez de dejar desprotegido al marido y la posibilidad jurídica de que un juez le tome interés y su sacrificio, su sufrimiento, sea penado con 12 años de cárcel, lo que desde mi punto de vista, no sería otra cosa que una tremenda injusticia.

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La familia política peca por lo que hace mal y también por lo que no hace, dejando un vacío jurídico como si algún aspecto de lo más o menos punible, pudiera pulular en el limbo de lo que los políticos han dejado sin ser capaces de aclararlo jurídicamente.

En consecuencia, el conocimiento de la Constitución me parece obligado, ya lo he dicho alguna vez, Es, pongo por caso, como ejercer de crítico en pintura ignorando el valor de la composición, la fuga de puntos, la profundidad, un degradado o simplemente, qué es una veladura. El político tiene el deber moral de saberse la Constitución, ya que es la materia que le mostrará el camino de la más elemental democracia, con la que convivimos lo españoles y también los que sin serlo viven en España, por eso es tan importante.

Nuestra política vienen a ser como la lectura, no es importante la cantidad de libros que se lean, lo importante es su calidad, y de lo leído, lo que se nos queda en el almacén del alma, donde deberíamos guardar las cosas que valen la pena. Exabruptos, insultos, mentiras, burradas verbales y el y tú más… es mejor no recordarlo, y sobre todo no dejarnos influenciar lo más mínimo por la palabrería barriobajera, cutre, cuando no mezquina.