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Pues nada, ya tenemos resuelto uno de los misterios mejor guardados de la era moderna. Y no ha sido gracia a Julian Assange y su Wikileaks, ni a la CIA o cualquier otro servicio de espionaje y contraespionaje, el gran trabajo de investigación lo ha realizado la prestigiosa revista del periodismo más serio «Diez Minutos». Preparados, queridos lectores, para la gran primicia, pues ahí va, según el magazín del corazón el aspecto de la reina Letizia se debe a que sigue estrictamente la dieta Perricone, que consiste básicamente en hincharte a salmón y etiquetar a los carbohidratos como el Maligno, para no tocarlos ni con un palo. Parece que dicha dieta se complementa con tortillitas muy ricas de clara de huevo, y una cantidad indecente de vasos de agua. Ahora ya sabemos por qué la monarquía goza de tan buena salud, y por qué la República nunca volverá. Seguro que los republicanos se hinchan a comer pasta, y bollería refinada, y así no hay quien haga ni la revolución, ni nada.

Claro que algo tendrán que ver en el aspecto de la cuñada del preso Urdangarin, nuera del caza elefantes, los retoques estéticos que se ha ido haciendo desde que se junta con los de sangre azul. De verdad que así no acabaremos nunca con el clasismo, cómo van a tomar el ascensor social los pobres que ni se compran buena ropa, ni se ponen cremas caras, ni se operan la nariz, o los pómulos, ni se hacen liposucciones para quitarse toda esa comida basura que engullen. Joder, vale que se puede ser pobre, pero hoy en día la imagen lo es todo, qué trabajo cuesta pedir un crédito en Cofidis para invertirlo en look, y después con un mierda job se devuelve eurito a eurito y ya está. Pero claro, los necesitados son más de quejarse que de ponerse en manos del cirujano plástico. Aprended de Carmen Lomana, o de Cayetana Álvarez de Toledo, todo humildad, unos referentes éticos de dimensiones históricas.

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Siempre ha habido clases, recordad lo acicalados que iban todos los invitados a la gran boda de la hija de Aznar, vale que la mayoría de ellos ha cambiado los trajes de corte italiano por el pijama de rayas de la cárcel, pero esa es otra historia. Y los políticos tiene mucha culpa en todo esto, y no por la cantidad de corruptos que hay, ni porque se pasen sus promesas electorales por el forro, sino porque en lugar de hablar tanto de chorradas superfluas, lo que tendrían que hacer es subvencionar aumentos de pechos, rinoplastias y lipoesculturas, todos guapos al grito de ¡que se mueran los feos! Además deberían hacer una buena inversión en repartir cupones de compra para Versace, Armani, Prada y Valentino. Toda la pasta se la lleva los comedores sociales y así no hay manera, que aprendan de la compiyogui Letizia, comer poco pero siempre bella.

Y a dos días de votar, yo con estas mierdas, pues sí. Como nos recuerda la escritora Belén Rubiano en su libro «Rialto, 11», la leche nunca hierve mientras la vigilamos, porque las cosa importantes de la vida pasan cuando menos lo esperamos, o nos pillan distraídos en otros temas, añadiría con respeto. Este domingo volvemos a votar, no sé la importancia que ustedes le dan al tema, pero sinceramente creo que la tiene. Porque no hace tanto, no se podía ir a votar y eso sí que era realmente jodido. Así que todos a las urnas, pero bien guapos y emperifollados, que nadie sepa si estamos con los que explotan, o con los explotados, generaremos tal confusión que a más de uno le explotará la cabeza. Feliz jueves.

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