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Sé que hay madres y padres que no pueden dormir porque sus hijos no les dejan. Estamos hablando de entre 0 y 5 años. A mí al principio me pasaba lo mismo. Nos recomiendan que a un niño una vez cumplido el año hay que pasarlo a la habitación para que desarrolle su independencia. Bueno, a mí no me funcionó. Así que lo tomé con estudio y paciencia. Me leí «Dormir sin lágrimas» de Rosa Jové, y me vino muy bien. Relativicé el acto de dormir. Ella cuenta que en otros lares el irse a dormir supone irse toda la familia y dormir en el mismo colchón.

De la cuna les pasé a su habitación. Pensaba que si eran dos se harían compañía para dormir, pero ni por esas. Durante la madrugada siempre se pasan a la cama de mamá y papá. Y allí somos felices los cuatro. Lo simpático es cuando duermes 5 en un mismo espacio cuadrado. Nos quedamos a una amiga de la clase de mi hijo, que ya es como un familiar. Y al segundo día de estar con nosotros, los tres que dormían en la misma habitación a eso de la una de la madrugada se pasaron los tres a la cama. Y allí éramos felices los 5, con el ataque de ‘reivindicación de atención’ de mi hijo. Tener a su amiga de competencia y que se llevara parte de mi atención no le gustó nada. Y allí estaba como una lechuza con los ojos como platos, contando cuentos en voz alta, haciendo canciones para calmar y para que se durmieran. Lo conseguí excepto con mi hijo, que tenía carrete para unos minutos más. Ya no recuerdo cómo consiguió dormirse, y supongo que yo me dormí cantando.

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Antes de este capítulo, el padre de la criatura vino a casa a dejárnosla el segundo día. Se había ausentado para ver a su hermano. La pequeña ya subía de responsabilidad, se hacía la hermana mayor. Pues mi hijo coge la bolsa del almuerzo de su amiga y va al encuentro del padre para dársela, como diciendo «ya te puedes ir con ella». A mí esa reacción me hizo gracia, y también qué pensar, «cualquiera le quita el reinado con otro hermano».

A los niños hay que darles su espacio y respiro para asimilar los nuevos acontecimientos. Y hablarles mucho. Le tuve que explicar a mi hijo que nadie ocuparía su lugar, y que él era importante para mi vida, como lo podía ser su hermana. Pero cuando vienen amigos hay que echar una mano, y más si no tienen la familia en la Isla. No se queda muy convencido. Pero hay que hacer la charla en modo ‘Mafalda’. Todo tiene una respuesta y si se hace con cariño, entienden mucho mejor. Pero vamos, que dormimos los 5 después de la charla. Supongo que es un proceso madurativo que va al ritmo del niño. Cuando ya se fue su amiga, todo lo que veía en casa que parecía que era de ella, exclamaba «es de ella hay que dárselo», por si acaso se le ocurre volver,... (jajaja).