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Hallamos el origen de las fiestas de Sant Joan de Ciutadella en la Obraria de Sant Joan -que nace a principios del siglo XIV- y en el oficio religioso que se celebraba la tarde del 23 de junio en la ermita de Sant Joan d'Artrutx o 'des Monastrell', hoy 'de Missa'. Ya aparece documentada en El Pariatge de Jaume II (1301) como una de las siete parroquias en que fue dividida Menorca después de la conquista liderada en 1287 por Alfonso III de Aragón.

Las fiestas ecuestres de Ciutadella, que han ganado en espectacularidad y masificación, recrean la desaparecida sociedad estamental, con unos actos y normas que han ido evolucionando. El insigne investigador Josep Pons Lluch explicaba que «Sant Joan és en realitat una successió d'empelts i afegitons».

Efectivamente, en 1611 se incorpora la figura del caixer fadrí penoner; en 1703 se redacta la «Scriptura Publica», los primeros protocolos; en 1843 se inicia sa convidada y al año siguiente se introduce la representación viva de San Juan Bautista con s'homo des Be tras la redacción de los Protocols que encargó el alcalde Gabriel de Olivar Martorell, barón de Lluriach; en 1869 se disparan los primeros fuegos artificiales; en 1881 se interpreta por primera vez el 'jaleo' (la jota «El postillón de la Rioja»), en 1885 se estrena «Foc i Fum» y de 1940 arranca la 'costumbre' de anar a veure a ballar es sol...

Vicisitudes y transformaciones de unas fiestas que con orgullo enseña Ciutadella al aunar historia, tradición, sentimiento y emotividad. Se mantiene el espíritu nuclear de Sant Joan al respetar que quienes pueden ser cavallers de sa Qualcada de Ciutadella han de ser profesionales de la payesía, en activo o bien jubilados: l'amos, fills de l'amos i missatges. Esta exigencia no constituye una discriminación para los menestrales, a pesar de ver reducida su participación, sino la continuidad de un aspecto fundamental. Y mientras sean respetados los aspectos esenciales se seguirá celebrando Sant Joan.