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El país se nos ha vuelto a llenar de varas municipales, en gran parte como resultado de ese ‘sofrito’ que de alguna manera vienen a ser los pactos, que de pactos los hemos tenido que parecen un elaborado resultado de cómo se hace de la necesidad virtud, incluso con algún caso de una primera vara socialista gracias a Vox. Pero como las cosas que no pueden ser a veces no pueden ser y además son imposibles, en el Ayuntamiento de Madrid, Vox y su paternidad de otrora, el PP, se pusieron de los nervios, ya veremos a qué conduce. Llama la atención que no haya hecho más que empezar y el forzado engranaje ya chirríe, o por mejor decir «no asamos y ya pringamos». No sé qué será cuando tengan que tomar decisiones de las que afectan a la ciudadanía y de especial manera a las arcas municipales. Todo ha sido empezar y ya tenemos ayuntamientos que barajan la moción de censura, tanto es ello así, que un excelentísimo reunió el valor necesario para pedir la palabra y acertó a decir: ¡coño no fotem figues!

En el Ayuntamiento de Barcelona gracias a un exministro francés desubicado, ya tenemos a la Colau aupada a un poder que no sabe administrar con claridad, de manera que para apaciguar los ánimos, mostrando de paso sus intenciones de querer gobernar para todos los barceloneses, la primera ocurrencia ha sido mandar poner un gigantesco lazo amarillo en la fachada, y luego se extrañará en su ambigüedad que en la calle el otro día la dijeran de todo menos bonita ¿Qué y a quién representa ese enorme lazo amarillo si no es al separatismo? Y encima lo ha mandado colocar quien precisamente debería mostrarse beligerante ante cualquier muestra de separatismo. Por ese camino le espera una legislatura complicada.

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Concejales y alcaldes saben que son los políticos más cercanos que tiene el votante, los más lejanos, los que van y vienen a Bruselas, los diputados también pueden considerarse políticos alejados de aquellos que con su voto les han dado sillón, despacho y jornal. Tengo a un tiro de piedra a más de un concejal que cuando viene de ordeñar sus vacas o sus cabras, se pasa por la casa consistorial a ver hoy de donde sopla el viento. Los políticos consistoriales conocen perfectamente los problemas de su pueblo. Por ejemplo, lo de la vieja carretera que enlaza Villapuñetas de Abajo con Villapuñetas de Arriba, carretera que ya estaba en muy mal estado cuando agavillados la chiquillería de Puñetas de Abajo se liaban a pedrada limpia con Villapuñetas de Arriba, cogiendo la munición precisamente de su despedregada carretera.

60 años hace que la Diputación de aquellos lustros, ya tenía por ambos pueblos noticia que aquello no servía ni para camino de cabras. Me decía ayer el señor Nicodemo cuando le repasé lo del abandono crónico ¡que no José María, que no, que el culpable es don Máximo! Ese marqués sin título heráldico, porque su madre trabajaba de criada en la casa de un marqués arruinado que solo tenía cuatro tierras. Pero el caso de fondo, es que al actual marqués por muy bastardo que sea, ha terminado heredando las tierras y aquella casa que se cae a pedazos, y la afición desmesurada por defender las perdices del término como si todas fueran suyas, de manera que no le interesa para nada una carretera asfaltada donde a la gente le dé por ir y venir porqué así la perdiz malcría. Hasta una mondonguera jubilada, le espetó en el colegio electoral «te pongas como te pongas marqués, no vas a enseñar a esta abuela a freír huevos que aquí ya nos conocemos». Total, que me apuesto elefantes contra pajarillos, que tampoco en esta legislatura se va a arreglar la carretera. Es lo que suele pasar por fas o por perdices cuando una misma cosa tienen que arreglarla entre dos ayuntamientos.