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La Isla ve incrementada su población flotante en verano y no lo digo por los que van a la playa. Los visitantes, turistas, pasajeros (esos que están de paso, como su propio nombre indica), hacen que la densidad aumente, la masa crezca de forma acelerada y la velocidad en carretera sea un factor de riesgo por posible deslizamiento o colisión. Es matemático: el número de habitantes multiplicado por el consumo diario de calorías, hace que se genere más basura. Sudar, incluso sin trabajar, es habitual por estas fechas. La hidratación es recomendable, igual que protegerse de la insolación, los mosquitos, las medusas y algunos programas de televisión.

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Necesitamos mantener el equilibrio entre el yin (no confundir con el gin) y el yang. Para el taoísmo, el yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang, por otra parte, es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración. Ahora que los gobiernos son feministas, el yin cobra cada vez mayor protagonismo.

Cada ola de calor provoca una estampida en busca de protección y alivio. La brisa y la sombra. Si te acostumbras al aire acondicionado, cuando sales fuera es como salir de la nevera. Una bofetada térmica te recuerda que estamos provocando cambios en el planeta y que las condiciones de vida pueden volverse problemáticas. Hay que valorar el cuidar y proteger, por encima del gastar y derrochar. Es lógico ser ecológico.