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Cuando una muerte llega por enfermedad o accidente se suele aceptar lo inevitable de la desgracia y es más fácil recibir consuelo. En el caso del suicidio flota en el aire cierta desconfianza hacia ese padre, hermano, mujer o marido que no supo ver lo que se avecinaba; el sentimiento de culpa campa a sus anchas entre los familiares. En la oscuridad de sus pensamientos surgen dudas sobre lo que pudieron hacer y no hicieron e incluso se replantean convicciones. La cabeza da vueltas y a veces basta una llamada a alguien que te escuche y empatice para que los nubarrones se despejen.

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La Asociación de Familiares y Amigos Supervivientes por Suicidio de Balears (Afasib) surge para prestar ese apoyo, presencial y al otro lado del teléfono. Acaban de poner su primer granito de arena en Menorca con la creación del grupo de ayuda mutua, para que los afectados tengan una red en la que apoyarse y puedan gestionar sus sentimientos y emociones, pasar el duelo. Cuenta para ello con el apoyo del Observatorio del Suicidio que dirige la psicóloga Nicole Haber. Y es que las cifras de muertes por suicidio son elevadas, han estado siempre ahí, pero precisamente por el tabú y la vergüenza social que la ha rodeado no se ha explicitado el problema en su magnitud. Lo mismo ocurría tiempo atrás con la violencia de género, se callaba y era sepultada tras las paredes de un hogar convertido en infierno. El primer objetivo de esta asociación y del observatorio es dar visibilidad al suicidio, su petición a los medios es que se informe con respeto, se acabó la consigna de ignorarlo.

Los especialistas alertan especialmente de la alta tasa de suicidios entre los jóvenes. Se registran cerca de cien suicidios al año en Balears, más las tentativas. Un problema grave, que justifica la creación del observatorio y de Afasib, y que también será abordado en uno de los encuentros de la próxima Escola de Salut del Llatzeret de Maó, como problema prioritario en salud pública.