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Martes. Desayunas en una cafetería. Hoy tendrás gobierno –te engañas-. Montoro, mientras tanto, se acerca a la meta de batir un record Guinness. El de haber aprobado los presupuestos más longevos de vuestra democracia –te contestas-. Miras el espectáculo, el debate. Esperas un programa. Los ciudadanos lo imploran. Como ese conocido que vive solo y que padece una enfermedad degenerativa a la que no puede enfrentarse por falta de recursos. La izquierda, sí; la izquierda acudirá en su ayuda… Pero, ¿dónde anida? O como ese matrimonio con un hijo que, tras décadas de duro curro, el de los dos, se metió de lleno en el lodazal de una hipoteca… «Queremos dejarle algo al niño» –te dijeron-. Ahora la muerte, repugnante y prematura, ha intervenido en sus vidas y ella ha partido a destiempo… ¿Podrán con la deuda contraída? Seguramente sí, porque los bancos tienen corazón y caridad. Doña Paz te enseñó un día en qué consistía la ironía…

Sus señorías, ahora, se escuchan a sí mismas. Las ideas brillan por su ausencia. Las acciones a emprender… ¿Qué acciones? Los problemas reales de un pueblo estafado… ¿Los problemas? Ya se verá luego. Y en ese «ya se verá luego» están todos de acuerdo…

Es martes, pero no un martes cualquiera, aunque acabará siendo un martes cualquiera, como ese jueves distinto, que finalmente será el de siempre…

Meses de inactividad. O, para que quede bonito, de impasse… Las nóminas de los diputados, sin embargo, no se congelan. Tan sólo los salarios y las pensiones. «¿Pero qué me dice? A mí me subieron un X %. Me da para un café. ¡Benditos sean!» –exclama un santo inocente-.

Las listas medran: las de los geriátricos, las de la dependencia, las de… Los jóvenes de veinte o treinta años siguen teniendo cinco, porque aún se ven empujados a vivir bajo las alas de sus progenitores. Torra es Moisés. La Tercera Edad… ¡Uf! Algo costoso… Tal vez si aprobáramos la eutanasia…

El circo continúa. Pero los saltimbanquis son de tercera regional… La izquierda, sí… ¿Quién la secuestró? A fin de cuentas la descuartizaron dos hombres: un egocéntrico y sus adláteres ciegos y lameculos y un iluminado que se nutre de los temores de los inocentes. De todos es bien sabido que dos gallos en un mismo gallinero es cosa harto imprudente…

Martes. Hoy tendrás gobierno –te repites-…

Jueves. Hoy seguro que sí.

La gente –alguna, poca- sigue el debate en el bar. Un cliente, sentado en una mesa próxima a un televisor que vomita la tragedia, exclama: «¿Pero cómo van a gobernar esos, si no saben ni ponerse de acuerdo entre ellos mismos?»

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Martes… Vendrán otros martes…

Jueves… Vendrán otros jueves…

Sus Señorías pueden esperar. Tal vez ustedes no. O quizás sí, porque visto lo visto, tiemblas al pensar cómo gestionarían la cosa pública esos necios, inútiles y engreídos… Lloras por Pablo Iglesias, pero no por el de la coleta. Por el otro. Y su criatura calla. Y sus afiliados también. Quien calla…

¿Y la futura oposición? Se frota las manos… Espera. Como esperan los buitres su carnaza…

Mientras, hay quien duerme en la calle y un millón doscientas mil personas viven hoy con dignidad, en España, gracias a Caritas…

La partida sigue. Una partida de póker que se juega con dinero ajeno. Así cualquiera va de farol. Las fichas las aportasteis todos. Unos con el cinco por ciento sustraído de por vida de su salario en la ínclita etapa de un Mr. Bean metido a presidente… Otras, con sus paupérrimas viudedades. Algunos autónomos a tenor de sus escandalosas pensiones… Ustedes…

Esperas a que, por fin, sus señorías formulen alguna propuesta seria, sí. Pero sus señorías únicamente entienden de calculadoras con original forma de poltronas y ministerios. Ahora te ofrezco cuatro y luego te quito tres; pues yo te digo que no y luego me abstengo…

En septiembre tendrás gobierno…

Te engañas. Porque, en el gallinero, seguirán cohabitando dos gallos metidos a dioses. Quedó meridianamente claro: Ustedes no les importan… A lo sumo, solo a Hacienda…