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Muchos dijeron que las cintas de casetes para escuchar música nunca desaparecerían porque eran ideales para grabarte una selección de canciones y disfrutarlas en tu coche mientras conducías. Obviamente fueron unos visionarios. Casi tanto como los que se compraron Laserdics para ver las películas en su casa porque era el soporte definitivo con la misma calidad que en una sala de cine.

Todos ellos clarividentes que cuando contaban su jugada miraban por encima del hombro a los demás, ya que se sentían unos adelantados a sus tiempos. Que gustito orgásmico les da a algunos andar un pasito por delante de los demás, con lo bien que se va caminando con alguien al lado para compartir charlita y cerveza. Eso si les gusta caminar, queridos lectores, porque si son runners preferirán llevar a alguien detrás y tomarse la bebida isotónica solitos.

Espero que nadie se ofenda, quiero creer que después de tantos años estos artículos, además de ser de kilómetro cero y comercio justo, están 100 por 100 libres de radicals runners. Que no se me olvide, si no se come la versión en papel, también son actos para celíacos. Y además, como nadie obliga a leerlos, ni pretenden ser referente ni ejemplo de nada, los ofendiditos profesionales que vayan desfilando hacia la religión, allí siempre habrá fanáticos aburridos a su altura.

A lo que íbamos, hay personas cuyas visiones de futuro fallan más que una escopeta de feria (dicho que denota una edad avanzada). Aunque son peores los que se proyectan en el presente con sus frases lapidarias basadas en datos más manipulados que la cocaína colombiana que llega a las calles de Los Ángeles.

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Veamos un ejemplo del bobo John, (lea de aquí al punto con acento americano y un chicle en la boca) me siento mucho más seguro con un arma de fuego en la mano porque así puedo proteger a mi familia si un rinoceronte entra por la puerta e intenta embestir a mis hijos. Toc, toc cabecita de John, hola Texas, hola Ohio, ¿cuántas personas ha asesinado un supremacista blanco, alimentado por el odio que destila el presi, pelos color de Chettos, Trump, armado hasta los dientes por la permisividad con las armas de fuego que hay en el país del Tio Sam? A ver, John, bonito, ¿no ves que en los países donde las armas de fuego son más fáciles de conseguir que un bote de Nocilla de dos colores, la inseguridad es mucho mayor, y la gente vive con más miedito del que pasa Pinocho en una carpintería? Pero John grita: «America first» y a otra cosa.

Pues por estos lares el nuevo partido homófono, xenófobo, clasista, misógino y de corte totalitario habla de ser más permisivos con las licencias para tener armas de fuego. Dato curioso, resulta que las personas de este partido son las que más se divorcian, pero no seamos mal pensados, seguro que nada tiene que ver con esa visión cosificada que tienen de la mujeres, ¿verdad? Claro que sí, criaturitas, demos más licencias de armas, y más tela para coser banderas tamaño campo de rugby, que verás cómo se acaban todos los problemas de este mundo y del otro.

En unos ejercicios espirituales, ya les contaré como acabamos allí, nos mandaron cerrar los ojos para proyectar nuestro Yo del futuro. A la hora de abrirlos le preguntaron a mi amigo Gonzalo como se había visto, a lo que contestó: «Yo es que en cuanto cierro los ojos solo pienso en sexo». Cuidadito, no juzguemos, al menos no vio un futuro erróneo, ni aleccionó sobre la distopía que nos estamos comiendo. Aún con todo, intenten disfrutar del verano. Desde Menorca, feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com