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Poco más de las 10 de la mañana, circulando por la carretera general, se nota que la sobrecarga veraniega de coches poco a poco se va aliviando pero aun así, el tráfico obliga a extremar la vigilancia y la paciencia. De pronto, entre Alaior y Maó, hay que echar el freno; media docena de vehículos nos quedamos en una caravana, breve pero peligrosa. Al avanzar veo el motivo: un grupo pequeño de cicloturistas, pertrechados con sus cascos y equipamiento eso sí, han cruzado de lado a lado la principal vía de la isla en su ruta mañanera. De un camino rural a otro, deteniendo, al parecer sin percatarse del riesgo, la circulación. No ha ocurrido nada, atraviesan dos carriles cometiendo una infracción, sin que exista ningún paso para ello, jugándose el tipo y siguen su paseo.

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Todo queda en una imprudencia sin consecuencias pero es también la muestra de lo acertadas que son las críticas hacia la falta de planificación de rutas ciclistas útiles, que permitan conectar pueblos o lugares de interés, y al mismo tiempo que sean seguras. «Hay carriles-bici que no sirven para nada», afirma contundente el organizador de la Volta Cicloturista a Menorca, y a la vista de acciones como la anterior, está claro que es así. En los últimos años han surgido tramos de carriles para bicicletas inconexos, más bien parece que entran dentro de la corrección política de las obras en carreteras. Algunos no conducen a ningún sitio, obligan a cruces peligrosos cuando acaban, o son más utilizados por viandantes que por los ciclistas, que optan muchos de ellos por seguir circulando por la carretera o incluso subirse a las aceras. No están suficientemente pensados.

Es necesario un plan conjunto para organizar los carriles-bici ejecutados y los futuros, de modo que la circulación a pedales pueda ser una alternativa real al coche para quien usa la bici como medio de transporte. Esa planificación es fundamental también para quien utiliza la bicicleta simplemente para pasear y hacer ejercicio, creando rutas, también por los caminos secundarios, que permitan dar contenido a ese producto que es el cicloturismo. A partir de ahí, cero tolerancia con los imprudentes y con quienes invaden espacios que no les corresponden.