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Las hormigas no gozan de buena vista, y algunas especies que viven bajo tierra son ciegas. Son un ejemplo de trabajo en común, como las abejas, y de esfuerzo, puesto que recogen en verano para el invierno y pueden llegar a transportar hasta cincuenta veces su peso, y se calcula que ochenta y seis millones de hormigas levantarían un elefante. Existe una novela, premio Nadal del sesenta y uno, titulada «Las ciegas hormigas», de la que es autor Ramiro Pinilla y que refleja la precariedad de los tiempos difíciles en Getxo y por añadidura en la España de postguerra. Las hormigas aparecen obsesivamente en la obra de Dalí, que a menudo recurre a ellas para mostrar sus deseos y sus fobias, y García Márquez permite, de un modo muy surrealista, que las hormigas se coman al último vástago de la saga de «Cien años de soledad».

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En Ciutadella de Menorca existe, además, una cala muy frecuentada por las hormigas; se trata de Cala en Brut, calificada como la mejor cala cerca de Ciutadella por el blog de viajes viajaporlibre.com. Las hormigas siempre estuvieron presentes en esa cala de aguas transparentes, dispuesta con plataformas de hormigón -¿hormiga muy grande?- durante los años sesenta, tanto que a poco que uno se descuidara le mordían el culo. Las hormigas también pululaban en los chalets que rodean la cala, de modo que había que fumigarlos con tenacidad. Últimamente, las hormigas han crecido hasta alcanzar el tamaño de hombres y mujeres, niños, jóvenes y viejos que andan en busca de esta calita por culpa de la propaganda. No pasa un día sin que alguien pregunte dónde está Cala en Brut, incluso cuando los visitantes se encuentran a pocos metros de la bajada pública. «Consta de plataformas de cemento para tomar el sol y saltos desde distintas alturas... Es una piscina natural impresionante con agua cristalina» dice Tripadvisor. «Pues Cala en Brut señores me dio una grata sorpresa y vi las aguas más turquesas de todo Menorca» escriben en Minube. «Lugar muy frecuentado por jóvenes ya que la profundidad es de unos cuatro metros y suelen hacer saltos al agua» indica la página web titulada Disfruta la Playa. Etcétera.

En fin, que Cala en Brut siempre fue un gran hormiguero, antes de hormiguitas al acecho de traseros de pescadores y restos de meriendas a base de berenjenas rellenas, y ahora de hormigones que acuden a bañase al rico panal de la propaganda bloguera descubriendo los encantos de este nuevo mundo situado en un remanso del viejo Mediterráneo.