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Decía Esperanza Aguirre, tampoco no hace tanto, que ella nunca sería imputada por corrupción. Pues, el juez del caso Púnica no la ve como auto oráculo de sí misma, ya que opina justamente al revés; de modo que Manuel García-Castellón, la imputó el día 2 de septiembre, entre otras cosas porque «impulsó» «supervisó» y «controló» un mecanismo que permitió desviar fondos públicos a la caja B del PP, y financiar de esta manera campañas electorales por encima de los límites legales. Tengo prisa en decir, que la expresidenta, como cualquier otro imputado o investigado, tiene derecho a la presunción de inocencia.

Junto a Esperanza Aguirre, han sido también imputados/as Cristina Cifuentes, 38 dirigentes políticos, funcionarios y empresarios, según consta como titular en la portada de «El País», martes 3 de septiembre 2019.

Si todo esto fuera cierto, me pregunto qué es lo que toca ahora hacer respecto al PP, ¡hombre! no nos vengan ahora con la misma vaina de siempre, esa cansina, esa hipócrita cantinela de que «eso» eran cosas de otros tiempos, y que la gente imputada ya no está en el partido, es, salvadas sean todas las distancias, como si ahora un descerebrado, afirmara que en 1936, aquí no hubo ningún golpe de Estado militar, y que en todo caso, esos son cosas de otros tiempos, que para decir eso, es menester tener la cara muy dura y además, que al fin y al cabo ya no quedan casi ninguno de aquellos golpistas vivos. Así que, pelillos a la mar y vengan días y vengan ollas, como diría aquel. ¡No hombre, no! Aquí y acullá todos somos hijos de nuestros actos y en todo caso sus herederos, de manera que el PP actual, no puede ir por ahí presumiendo de su limpieza histórica, ni puede negar una presunta corrupción electoral. Ya no hablamos de la corrupción a rebufo de la política que ha enriquecido a tanto sinvergüenza, de lo que ahora toca hablar es de la financiación ilegal presuntamente de algunas elecciones, que si eso repito se demostrase que es cierto, no puede quedar todo como si aquí no hubiera pasado nada. El tema es tan sucio, tan nauseabundo que alguien debería ir a la cárcel para unos cuantos años. El actual PP no puede esconder que hace muy pocos años atrás tenía charcas llenas de ranas por todo el país. Sí, hombre sí, las ranas del PP que coadyuvaron según lo publicado a ganar elecciones dopadas.

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San Pedro con ser San Pedro, negó conocer a Cristo, por eso hay un cantar popular que dice: «Si San Pedro no negase a Cristo como negó, otro gallo le cantase mejor que el que le cantó». Un partido que se precie, que se sienta orgulloso de su legado, no puede tener sus cimientos sobre las arenas movedizas de la hipocresía o peor, sobre el albañal de hechos indecentes; el engaño y el dopaje electoral debería degradar para la historia, las victorias electorales inmorales.

No sé qué hay de verdad en la imputación de Esperanza Aguirre junto a 38 imputados más, y aunque me consta que ya hemos tenido en otras ocasiones imputados que luego han resultado ser inocentes, también me consta el saber popular que afirma «cuando el río suena agua lleva». Tengo dificultad en comprender que haya un solo juez que le dé por ir por ahí imputando a la gente así sin más, como si eso fuera pelo de cochino. Se supone que antes de imputar, un juez habrá recibido informes. Tendrá datos que le hagan apreciar una conducta delictuosa.

Hoy al ciudadano que le llegue este tipo de noticias, no le quedará otra que ver a Esperanza Aguirre en una charca hedionda chapoteando, junto a las innumerables ranas que ha creado la mala política sobre todo en algunos partidos. Yendo muy para atrás, no sé por qué escribiendo este artículo, se me ha venido a la memoria lo del ‘tamallazo’, que a la postre conviene recordar, acabaría llevando a Esperanza Aguirre a la presidencia de la autonomía madrileña.