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El entorno de Pedro Sánchez Castejón tiene que haber sacado punta al lápiz para afinar las aritméticas que podrían darle las urnas ante unas nuevas elecciones legislativas. Sobre el papel parece una ecuación fácil: Ciudadanos por un lado, PP por otro y Vox en medio a verlas venir, pero arrastrando votos a su candidatura. Tres partidos de derecha nacionales es una fragmentación del voto que la derecha no se puede permiten y al PSOE le pone mucha miel en los labios. Además, los oráculos de la cosa, perciben que Podemos puede sufrir un importante retroceso. Vistas así las cosas, no me extraña que estén “mareando la perdiz”; saben que pueden rentabilizar la situación, por eso llevan meses haciendo como que se reúnen, pero luego el resultado es como si no lo hubieran hecho.

De cara a la galería, el personal ya no traga con facilidad que sean pactos tan difíciles, por eso lo que se piensa es que el PSOE no quiere pactar, pero lo hacen meditando la situación, pues no quieren ir a elecciones que no sea de la forma más airosa posible, y de paso, cargar la tozuda resistencia al pacto en la cuenta de Podemos, lo que servirá para que el votante se lo haga pagar en las urnas. Es una maniobra maquiavélica, un encaje de bolillos, como una refinada operación quirúrgica bordando la filigrana electoral. A ese viejo oficio político, los catalanes le dicen “enreda la troca”, y en política de salón en este país de nuestros pecados, siempre hubo aventajados discípulos que aprendieron el oficio de algún maestro curtido largos años en algún partido de los que siempre han sabido nadar y guardar la ropa.

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Un político que no maneja la aritmética parlamentaria es un bisoño que le queda mucho que aprender, pero ¡cuidado! llevar a PP, Ciudadanos y Vox a las urnas, puede resultar andar sobre una cuerda floja y hacerlo además a muchos metros de altura, y practicar el funambulismo teniendo vértigo, puede ser muy peligroso, viene a ser la misma temeridad, que teniendo Parkinson ponerse a robar cencerros.

En mi opinión, Sánchez barrunta y probablemente no barrunta mal, que pactar ahora con Podemos sigue sin resolverle el problema de la mayoría absoluta, pues tiene que pactar con otros partidos. Todo ese ‘sofrito’ puede engendrar un Frankenstein de difícil contentar. Es mejor ir a elecciones arriesgando, pero teniendo sensaciones claras de que puede mejorar la situación numérica de los diputados hacía la mayoría absoluta, no olvidándose que la mayoría absoluta es ya una figura retórica del parlamentarismo de otros tiempos, cuando se les advertía a PSOE y a PP una y otra vez, que por la trocha que se traían acabarían más pronto que tarde fragmentando al votante que se vería con razón tentando de crear nuevos partidos, artos de soportar la soberbia y la corrupción de los viejos partidos que incrédulos seguían con unas políticas equivocadas, y claro, aquellos polvos trajeron estos lodos, que han puesto el ejercicio de gobernar cada vez más difícil. Ahora ya no es mirar solamente que le conviene al ciudadano y ofertar la golosina, ahora entra en juego la astucia, saber cómo se puede domesticar las aritméticas que nos pueden permitir gobernar sin el sobresalto diario ante cualquier problema.