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En esencia, no se equivocaba de mucho el ministro Ábalos cuando decía hace unos días que el pago del descuento de transporte a los residentes en las Islas le sale muy caro al Estado. Tampoco es el primero que insinúa que se comete fraude y no se equivoca, su función es determinar quién y cómo lo comete y poner remedio.

Con la bonificación del 75 por ciento en los billetes, conseguida casi mediante la extorsión del último minuto y sin más garantía que su reflejo en los presupuestos de Montoro todavía vigentes, se han beneficiado más las compañías áereas que los viajeros.

Por no abusar de datos, basta recordar que el primer año de vigencia en el transporte aéreo interensular, la cifra de usuarios en la línea Menorca-Palma creció más del 30 por ciento. Mejoraron las cuentas de Air Nostrum y los pasajeros notaron el salto con billetes a 10 euros.

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Cuando la medida se extiende al transporte con la Península, los usuarios no lo han notado tanto o directamente no lo han notado, porque las compañías, una en particular, ha subido las tarifas para los residentes, lo que unido al aumento de pasajeros, ha permitido engordar sus resultados a cargo del dinero público.

Es el primer fraude detectado, que, por otra parte, ya se cometía cuando el descuento era del 50 por ciento. Dice el ministerio de un gobierno que parece estar en funciones desde su constitución misma que pondrá remedio a través de una ley, reglamento o decreto correspondiente. Ya está tardando.

Si se anima, puede extender la inspección al otro fraude, el de billetes de residentes que aquí están empadronados pero tienen vecindad real en la Península. No es tan fácil, pueden demostrar que están empadronados aquí, que es lo que cuenta a efectos de descuento. Y, por otra parte, contribuyen a sostener artificialmente el padrón de habitantes. Mejor no tocarlo.