TW

Si nos recomiendan, con mucha insistencia que vayamos a ver una película, porque es increíblemente buena, lo mejor que puede pasar es que empatemos en expectativa y compartamos la opinión de la persona que nos la ha recomendado. Aunque lo más fácil es que, ante tanta alabanza, la película nos acabe decepcionando en mayor o menor medida. Por el contrario, si alguien nos dice que no vayamos a ver una película porque es un autentico truño podemos coincidir con él, pero lo más fácil es que, ante unas expectativas tan bajas, la película no nos parezca tan mala. Conclusión, las expectativas son nuestro mayor enemigo.

El listón de las expectativas está disparado y eso provoca una sociedad llenita de insatisfechos. Situar las esperanzas y las ilusiones en niveles inalcanzables nos quita el sueño, y nos pone muy irritables, y eso no mola nada de nada. Así que hay que romper ese círculo vicioso de una patada, sin contemplaciones, con la misma energía que uso Pablo Motos para invitar al líder de un partido homófobo, xenófobo, misógino, clasista y de corte autoritario a su programa de entretenimiento, y así ayudó a maquillar a una figura que si algún día consiguiera el poder suficiente metería a las hormigas de trapo en la cárcel al menor atisbo de crítica o pluma, según le dé al gran líder.

No sé qué esperan ustedes, queridos lectores, pero no deberíamos confiar mucho en una sociedad que fabrica, y normaliza, mochilas antibalas para que los niños americanos vayan más seguros al colegio. O que cría en China cerdos del tamaño de osos polares, ¿cuánta hormona del crecimiento le meterán?, harán falta toneladas de salsa agridulce para semejantes ejemplares. Una sociedad que soporta 18 ediciones de Gran Hermano, que paga con sus impuestos dos reyes, y que ante cualquier problema se envuelve en una bandera para no tener que hablar con el otro, es una sociedad de la que debemos esperar muy poco.

Noticias relacionadas

No debería sorprendernos que la Justicia no sea justa -es cara, es lenta y está manipulada políticamente, no extrañan las sentencias tan dispares que emite dependiendo de las órdenes que recibe-, que la riqueza se reparta como el culo, que los explotados sean los de siempre, que las promesas políticas sean más falsas que la nariz de la reina, o que al «calentamiento global del planeta» le rebautizaran como «cambio climático», siguiendo a los ideólogos de la administración Reagan, porque un «calentamiento» acojonaba más que un «cambio».

Quien conocía muy bien el tipo de sociedad global que padecemos fue Roger Ailes, uno de los hombres más poderosos de EEUU, fundador de la cadena de noticias Fox News, se dedicó durante años, además de abusar de muchas de sus empleadas, a manipular las noticias a mayor gloria del partido Republicano. Este personaje tan siniestro soltó perlas como: «si haces a la gente pensar puede que no te voten, pero si les haces sentir te votarán». Toma ya con el maquiavélico y baboso de Roger, sabía que la verdad no importa, que lo que importa es manipular con maestría para que los sentimientos del estómago anulen el raciocinio, y de esta manera el diálogo y la empatía salten por los aires, quedando sólo soflamas huecas y Pinochos que dejan que les muevan los hilos un siniestro Geppetto.

¿Cómo cortar esos hilos?, ni puñetera idea, pero tal vez deberíamos empezar por cagarnos en los Rogers del mundo y en todos sus secuaces, mala gente de la que no debemos esperar nada, ya saben, por eso de no dejarnos engañar por las expectativas. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com