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Nos gusta perdernos en los grandes almacenes, curiosear, revolver montones a la búsqueda de gangas, tener variedad de cadenas en las que elegir, y más cuando aquí las posibilidades –aun hoy–, son más reducidas que en Mallorca o en la península. La implantación de franquicias ha aumentado pero seguimos lejos de contar con una oferta comercial que muchos menorquines buscan cuando salen de viaje a ciudades como Palma, Madrid o Barcelona.

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Ese interés como consumidor no está reñido con la compra en el comercio local y el reconocimiento a su contribución a que un determinado paisaje urbano se mantenga y sea característico. Es habitual cuando se visitan distintas ciudades europeas sentir que todo se ha vuelto cada vez más parecido, homogéneo. La misma tienda, los mismos logos, los mismos productos, ya sean colecciones de ropa o tazas de café. Buscando diferenciarnos no podemos evitar que nuestras calles y nosotros mismos seamos cada vez más uniformes; las cosas de la globalización. Por eso resulta muy interesante el proyecto de la Dirección General de Comercio de crear una red de establecimientos emblemáticos, bien por su arquitectura o por su antigüedad y sobre todo, porque confieren una identidad especial al lugar en el que se encuentran.

Ahí reside el encanto que encontramos en pequeños pueblos o en barrios que mantienen su tradición, el sabor de antaño que se funde con la modernidad. Hasta ahora Ciutadella es el único municipio que ha presentado ya una relación de comercios que identifica como especiales, todos ellos en el centro histórico. El resto de los ayuntamientos tiene de plazo hasta el 15 de noviembre para entregar su lista. Después será el Instituto de Innovación Empresarial el que defina la red. Es importante que los ayuntamientos realicen ese inventario, de ello puede depender la supervivencia de comercios que les dan una personalidad propia.