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Me han pasado un chiste de audio por whatsapp contado por un granadino. Decía: sale el médico a la sala donde hay tres hombres, uno granadino, otro catalán y otro nigeriano. El médico dice en sala, «tenemos un problema, se han cambiado los bebés y preferimos que lo escojan ustedes según los rasgos. ¿Quién quiere ser el primero?» El de Granada levanta la mano y pasa, a los 3 minutos sale con el bebé de color negro. Y el mismo padre nigeriano le dice «¿pero por qué has escogido a éste?». Y le contesta el granadino «estoy yo para discutir con el catalán qué niño es el mío». Y así cerraba el del chiste «fijaros cómo está la situación». Y sí, está que arde -nunca mejor dicho-.

Como persona que estoy al lado de las libertades, y los derechos entiendo las ganas de libertad que pueden tener los catalanes, pero no comprendo las formas y los procedimientos. Yo puedo entender el día de mañana que mi hija, por ser la mayor, tras haber estudiado y con un buen empleo quiera independizarse del núcleo familiar. Lo que no entenderé es si quema las habitaciones, o si vulnera las normas de casa. Prefiero mil veces dialogar, llegar a un entendimiento, llevarnos bien porque somos familia. Sin ellos parte de mi entristecería, y a la inversa también ellos perderían.

Se necesita como en todo diálogo, comunicación. Fuera egos, fuera protagonismos. Es difícil desenchufarse pero hay que hacerlo por la salud. Es decir, sigo con el ejemplo de la familia. A veces mis hijos se encolerizan, se obstinan por una cosa, estallan porque quieren algo. Y yo a veces porque soy su madre no cedo ni una mijilla. Y es peor la tarde. A veces tengo que aflojar. Otras marco límites. Y así nos vamos entendiendo, acoplando.

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¿Si lo hacemos las familias, por qué los ‘políticos’ no pueden hacerlo? ¿Acaso no crían y educan a sus hijos? Me parece que no. Todo el que es madre o padre sabe lo que conlleva llegar a buen puerto con los hijos. Y los hijos ya adultos saben que también se tienen que llevar bien con sus progenitores y hermanos. Es verdad que algunas familias no se soportan, pero son una minoría.

El que gobierna, o los que aspiran a gobernar deben hablar, comunicar, dialogar. Creo que no hay familia, ni empresa, ni organización que dejen de hacerlo. Sino ¿cómo nos iría el país?

Mi tierra, cada vez lo tengo más claro, es aquella que esté limpia de residuos tóxicos y de la que pueda comer bien y sano, yo y mi prole. Mi tierra es la Madre Tierra, es Natura. No tengo fronteras, no me delimita ni un barrio, ni un pueblo, ni una ciudad, ni un país, ni una comunidad, ni una nación. Ni siquiera una ‘pared seca’.