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La Conselleria de Salud y las asociaciones de familiares de personas con problemas de salud mental siguen caminos separados. Cada respuesta que ofrece la consellera Patricia Gómez en sede parlamentaria a instancias de Més per Menorca, cuya diputada Patrícia Font ha hecho suyo el tema, viene seguida de una dura réplica de las entidades. Las familias ponen la dosis de realidad a las palabras y los planes poco concretos, es decir, la teoría, que se les viene abajo cuando uno de sus hermanos, padres o hijos recibe el alta hospitalaria y «te mandan a casa», como dice la presidenta de AFEM, Lina Salord, sin ningún proceso intermedio. Como si fuera lo mismo un brote psicótico o una anorexia que una intervención de apendicitis.

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El último desencuentro llega por el uso que se dará al hospital Verge del Toro una vez sea reformado. El Govern no contempla de momento que pueda contar con un espacio dedicado a salud mental pero los familiares de pacientes, hartos de lidiar en soledad con la situación, de tener que salir de la Isla o de recurrir a centros privados, y sabedores de que no hay más opciones, insisten, quieren que se contemple la antigua Residencia como recurso para mejorar la atención a la salud mental en la Isla; que sirva de transición después de un ingreso y la vida normal.

Pero la última respuesta de la consellera deja claro que un entorno de hospital no es la vía que contempla el plan estratégico, que apuesta por integrar y desestigmatizar, con la atención domiciliaria, las unidades de rehabilitación, los centros de día y los pisos tutelados, afirmando que la atención sanitaria está cubierta y ahora falta desarrollar la parte social. Unas directrices «fantásticas» para AFEM sobre el papel pero alejadas de la realidad de Menorca. Lo conveniente sería que ambas partes dialogaran. No se puede elaborar un plan al margen de las necesidades de sus destinatarios, se debe tener en cuenta sus solicitudes porque ellos lidian con la realidad.