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Entre 20.000 y 25.000 personas asistirán la semana que viene en Madrid a la Cumbre del Clima. España se gastará 86 millones de euros en el evento, de los que estima un retorno de 17. Se celebra aquí como alternativa a Santiago de Chile, estrangulada por el desorden.

Uno de los atractivos es la presencia de Greta Thunberg, la líder juvenil de este movimiento mundial por salvar el Planeta. Una web ofrece en vivo el punto en el que se halla el catamarán en el que viaja desde la costa de Virginia. Ayer estaba en medio del océano, con viento a favor y una fuerte borrasca unas millas más adelante. No es seguro que llegue a tiempo a la cita.

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Tampoco es lo más importante, el mensaje lo conocemos y compartimos, aunque una voz juvenil suele impactar más. Pertenece a la generación más sensible por ser la que recibirá también los peores efectos, si continúa el deshielo de los polos.

Pero, como les ha dicho un periodista de SkyNews Australia, «ustedes (los contemporáneos de Greta) son la primera generación que exige aire acondicionado en todas las habitaciones; hacen las tareas en el computador, tienen un televisor en cada habitación; pasan todo el día usando medios electrónicos; en lugar de caminar a la escuela usan una flota de vehículos privados que obstruyen las calles; son los mayores consumidores de bienes de consumo de la historia», les espeta.

De modo que deben protestar y reivindicar ante los gobernantes, claro que sí, pero antes apaguen el aire acondicionado, vayan a pie a la escuela, apaguen el móvil y lean un libro, prepárense un bocata y no compren comida envasada. «No lo harán, porque son egoístas, maleducados, manipulados por las personas que los usan alegando tener una causa noble mientras disfrutan del lujo occidental más salvaje», concluye el colega de las antípodas.