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El político socialdemócrata Willy Brandt, canciller de Alemania Occidental entre 1969 y 1974, participó en un intenso debate con las juventudes socialistas, que propugnaban la supresión de las subvenciones a la sanidad privada, en realidad asistencia sanitaria concertada.

Señala Joseba Arregui, exconsejero del gobierno vasco, «así como en Alemania la escuela concertada es inexistente, la sanidad concertada tiene mucha presencia social» y explica que «el debate acabó con la orden de Brandt mandando callar a sus jóvenes con las palabras: no tenéis ni idea de cuánto dinero ahorramos gracias a la sanidad concertada, dinero que podemos dedicar a otras políticas sociales».

Viene a cuento aquella controversia por los datos que acaba de difundir la entidad Plis Educación, que se define en Twitter como «asociación de profesores que defiende la enseñanza como fuente de educación, nunca como instrumento de educación». Concluye que una plaza en un centro concertado (3.249 euros por alumno) cuesta la mitad que en las escuelas públicas (6.370 euros). El porcentaje del gasto de la Conselleria de Educación a ayudas y conciertos con centros privados en Balears supone el 18,3 por ciento de su presupuesto. Advierte también Plis Educación que si el Govern pretendiera eliminar la enseñanza concertada y acoger en los centros públicos a los 48.809 alumnos que atiende, el coste para la Comunidad Autónoma ascendería a 179 millones de euros anuales, además de la construcción de las escuelas.

Pero la función de los colegios concertados –y así lo ha reiterado el Tribunal Supremo– no reside en suplir las carencias de la enseñanza pública o ahorrar dinero al Estado. Los centros sostenidos con fondos públicos, sean públicos o concertados, se hallan al mismo nivel a la hora de dispensar un servicio público como la educación de forma gratuita. La libertad de elección de centro justifica la enseñanza concertada.