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Arrancamos con una pregunta, ¿cuántas personas conocen, queridos lectores, que tienen un móvil que vale más que el dinero que tienen en el banco?, seguramente más de uno. No es extraño encontrarse con conversaciones donde alguien se queja de la situación difícil que atraviesa, y mientras nos da la charla mira constantemente su móvil para distraerse con memes, wassaps absurdos y demás gilipolleces que pululan por las redes, y vemos que el aparatito en cuestión es el último modelo que nos han metido por los ojos y que se ha comprado en cómodos plazos de 25 euros al mes durante un porrón de años. Es una imagen que refleja muy bien la espiral tan absurda en la que nos han metido, y ¡atención malas noticias!, es muy difícil, ¿imposible?, salirse de ella.

Según la RAE engañar es: «Hacer creer a alguien que algo falso es verdadero», y es lo que hace la publicidad en todo momento, hacernos creer que sin comprar lo que ellos quieren seremos personas infelices y marginadas, y por el contrario, al comprar el producto anunciado alcanzaremos una especies de orgasmo vital que además nos dará el reconocimiento social que tanto necesitamos, ¿qué sería de muchos sin un like en su Twiter, o un puñado de corazones en su Instagram? Cuando alguien pone sobre la mesa un iPhone 11 pro de 256 GB, está diciendo: mirad todos, estoy dentro, pertenezco a los que son alguien, da igual cómo lo haya conseguido, y miraré como perdedores a los que no tengan mi estatus. Vaya golito que nos han metido los comerciales de Apple haciéndonos creer que son como una especie de religión buenrollista con millones de seguidores supercreativos y superguais, cuando no son más que una multinacional que se forra arrancando coltán del corazón de África y ensamblando sus modelos con mano de obra barata de Asia.

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Y seguimos con el engaño, al entrar en la pasada cumbre del clima que se celebró en Madrid se podía ver un gigantesco anuncio de Coca Cola comprometiéndose con el reciclaje y el medio ambiente, vaya tela con los de la chispa de la vida-mentira. La multinacional que fabrica el refresco más famoso del mundo, produce plástico como para tapar el Mediterráneo en un fin de semana, pero nos vende una imagen cuqui y ñoña, como de personas muy amables que se preocupan por el planeta, en lugar de mostrarse como son, uno de los mayores saqueadores de agua del universo conocido. Coca Cola en el año 2004, utilizó 283.000 millones de litros de agua. Esa cantidad permitiría dar de beber a todo el mundo durante diez días, o dar agua potable durante 47 días al año a la gente que no dispone actualmente de ella. Fíjense bien, ese dato es del 2004, imaginen la de burraditas ambientales que han hecho durante toda su existencia.

Y podríamos seguir enumerando amables multinacionales que nos venden la moto hasta el día del Juicio Final, o hasta la última edición que se emita de Gran Hermano, que calculo coincidirán en el tiempo, pero el engaño mayor de todos es el de hacernos creer que nosotros tenemos la culpa por no ser consumidores responsables, ¡váyanse al carajo caballeros! Ustedes generan la enfermedad y nos intentan vender la vacuna que, además de inútil, les sigue haciendo ganar pasta gansa, no se veía tanta cara dura junta desde la última reunión del FMI. Pero mientras algunos puedan seguir mirando vídeos de gatitos en su iPhone y saboreando una Coca Cola, para qué preocuparse. Los hay que viven muy bien en el Matrix que nos enseñaron las hermanas Wachowsky. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com