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17-I-20 Viernes

Un amigo tan glorioso como el Antonio de hoy me envía un insuperable email celebratorio: Si el famós San Antoni és el patró dels ases, ho és de més 3/4 de la humanitat…

¡Qué cansinas las recurrentes polémicas sobre la catalanidad/españolidad de la Isla. Nada más aburrido que discutir obviedades: somos europeos, bastante españoles, pero también un poco ingleses y una pizca franceses; no somos catalanes pero compartimos lengua (y tarannà) con ellos, que no es poco. ¡Ah! Y los culés le añadimos una religión común… Nación de naciones, isla de islas, en suma, soberanías compartidas, por ahí tiene que venir la solución de soluciones.

18-I-20 Sábado

Escribe la escritora Sara Mesa en la revista «Claves» que el optimismo es el opio del pueblo y no puedo estar más de acuerdo con ella si nos referimos a ese positivismo bobalicón que pulula por redes y salabres, predicado por una legión de coaches e influencers, los nuevos clérigos del siglo XXI. Ya lo denunció hace unos años Bárbara Ehrenreich en su celebrado libro «Sonríe o muere» en el que relata el asalto sufrido por hordas de positivistas que pretendían convencerla -con terminología bélica, guerras, batallas, supervivencia- de que el cáncer de mama que sufría tendría un poder redentor, lo cual, según Bárbara es una de las manifestaciones más crueles de la superstición que acompaña la positividad.

Concluye Sara Mesa su ensayo recalcando que el pensamiento positivo nos ha hecho creer que su contrario es el pensamiento negativo cuando en realidad es el pensamiento crítico: el escepticismo, la autocrítica, el cuestionamiento de la información y la insobornabilidad del propio razonamiento, modos de pensar estos que el positivismo desaconseja explícitamente y que son precisamente los que nos han permitido ir creciendo a lo largo de los siglos.

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19-I-20 Domingo

Día desapacible, ideal para ir alternando fútbol inglés -el único que veo, además del Barça-, con sesudas reflexiones, como por ejemplo si mis hijos son de mi propiedad o son del Estado. «Mis hijos son míos y no del Estado», «Quitad vuestras (sucias) manos de mi familia», son expresiones campanudas que leo en la prensa dominical, a propósito de la pintoresca propuesta de los reconquistadores de que los padres puedan vetar los contenidos educativos que no coincidan con sus prejuicios.

Mucha farfolla argumental para camuflar el hecho incontrovertible de que los niños no son de sus padres ni por supuesto del Estado, como pretenden algunos mesiánicos de la izquierda, sino seres autónomos con derecho a que en la escuela pública se les transmita información necesaria y fundamentada, como por ejemplo que ni homosexuales y transexuales son enfermos ni gente rara, que la mujer ha de disfrutar de los mismos derechos que el hombre y que no debe ser en ningún caso un objeto sexual, que el machismo y su consecuente violencia es una lacra social basada en clichés ideológicos (ignorancia, en suma) que la escuela pública debe paliar, y que no se trata de manipulación ni adoctrinamiento sino de conocimiento y convivencia con otras formas de pensar fuera del ámbito familiar… Pin parental: ¿cuestión de libertad o de miedo a la libertad?, ¿perpetuar clichés o ayudar a los niños a que evalúen la información y piensen por sí mismos?

20-I-20 Lunes

Blue monday, el día más triste del año. Lo será porque, a causa de la borrasca Gloria, hasta los perros se niegan a salir de casa y prefieren aguantarse la satisfacción de sus necesidades. ¿Simple borrasca o manifestación del calentamiento global? Los científicos insisten y el dietarista se los cree más a ellos que a los trumpianos: nos estamos cargando el planeta.

23-I-20 Jueves

Hablando de devastaciones, parece que Boris Johnson quiere acabar con la BBC, la mítica cadena pública británica, epítome de la objetividad y calidad informativa, uno de los pilares de la inglesidad, junto con la monarquía (¡qué maravilla la serie «The Crown!»), los autobuses rojos de dos pisos y el té de las cinco que suele ser de las cuatro. Su modelo (el de su asesor áulico Cummings) es el de la norteamericana Fox, cantera y altavoz del trumpismo… Pobres ingleses, sin Europa y sin la BBC, al albur de los nuevos clérigos, predicadores del positivismo de la revolución conservadora global que, según ellos y sus fakes, les devolverá las glorias imperiales. Mesquinets.