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Hara es una actividad para educar la interioridad, en el colegio de mis hijos. No es la primera vez que acudo. La historia es que hay que hacerlo con tu hijo o hija. Ellos lo valoran muchísimo. No había ni empezado la clase cuando mi hijo me daba besos espontáneos. Entendía que estaba contento de que su mamá hiciera una actividad conjunta con él. Empezamos la clase llenado el espacio de la clase cómodamente. Cada uno hacía el trayecto que quisiera siempre sonriendo a nuestro vecino si nos cruzábamos. Madres y padres con nuestros hijos íbamos andando y cuando paraban la canción decían las instructoras «casa» y los peques se fundían en un abrazo sonriente con sus progenitores o tutores.

Otro de los ejercicios para mí de los más emocionantes, junto con otro -que más adelante describiré-, era ponerse un antifaz en los ojos para carecer de visión y mediante el susurro de nuestro hijo (o a la inversa) ir hacia dónde él o ella estaba. Se me saltaban las lágrimas, mi emoción, al escuchar solo a Nadal decirme «mamá», «mamá», y le iba siguiendo entregada a su voz, sin temor. El otro ejercicio consistía en que los padres y madres estábamos sentados en la clase con el antifaz, y nuestros hijos que habían salido, entraban, y tenían que poner sus palmas en las nuestras y dejarnos llevar por un baile de manos y brazos. Qué empatía con mi hijo de tres años. ¡Maravilloso! Acabamos dándonos masajes. Al acabar las monitoras nos preguntaron ¿qué os ha parecido? Hubieron niños que se expresaron, me impactó a su corta edad. Las madres coincidían que «es un tiempo que haces con el hijo que quizás en la rutina del día a día no haces». Vivimos un ‘aquí y ahora’ hermoso. Como adulta, llevo meses yendo a clases de yoga. He descubierto como mi cuerpo va conquistando espacios adormecidos. La respiración me oxigena entera. Y reflexiono sobre ciertas lecturas de vida que hace la instructora.

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Y si juntáramos el Hara y el yoga y fueran financiados por el gobierno, y que profesionales de la materia pasaran casa por casa, de toda condición, beneficiando a sus inquilinos.

Tener consciencia de uno mismo, respetar al que tienes al lado. Y en todo momento expresarte con amor acabaríamos con muchos problemas de relación: sea maltrato psicológico, o físico. Acoso escolar, etc. Estas disciplinas te hacen sentirte liberado por un lado, y conectado por otro. Tan solo hay que llevar lo esencial: amor, respeto, y confianza. Y si a eso le añades ‘habilidades comunicativas’ ya sería fetén.